Nunca preguntes por qué todo tiempo pasado fue mejor. No es de sabios hacer tales preguntas.
Eclesiastés 7:10. NVI.
Lectura: Eclesiastés 7:10-15. Versículo del día: Eclesiastés 7:10.
MEDITACIÓN DIARIA
Somos muy dados a decir
que el tiempo pasado fue mejor. Quizá lo asimilamos más por las épocas de
infancia o juventud donde los recuerdos familiares perduran y creemos que tanta
malignidad es de este tiempo. Pero si miramos lo que nos dice al respecto la Biblia,
tal vez, nos demos cuenta que la maldad siempre ha existido. Incluso la
inmoralidad sexual; si nos remontamos a Sodoma, vemos que el Señor la destruyó
precisamente por el homosexualismo. Los periodos del imperio romano se
caracterizaron por lo mismo. Así que no podemos pensar que es ahora cuando han
surgido todas estas tendencias. En resumidas cuentas, el hombre desde el mismo
momento de la caída ha tenido, como precisamente lo dijo el Pastor de mi
Iglesia ayer: ‘el ADN del pecado’. Pero gracias a Dios que mandó a su Hijo
Jesús para que todo el que crea en Él, pueda cambiar ese ADN por la gracia obtenida
con el Señor Jesucristo. Indudablemente tendremos situaciones fáciles, otras no
tan fáciles y definitivamente unas más, muy difíciles. Tengamos en cuenta lo
que nos dice aquí Salomón en la lectura: “Cuando te vengan buenos tiempos,
disfrútalos; pero, cuando te lleguen los malos, piensa que unos y otros son
obra de Dios, y que el hombre nunca sabe con qué habrá de encontrarse después”
(v. 14).
Aprendamos a dar gracias
por unas y otras circunstancias. Dios quiere que así lo hagamos y a veces ni lo
entendemos, pero así es: “Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es
la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús” (1 Tesalonicenses
5:18 NTV). Por otro lado, no sabemos qué planes tiene Dios cuando llegan
situaciones adversas. Él es experto en gloriarse bajo estas condiciones; todas
las cosas nos ayudan a bien (Romanos 8:28). Lo principal: vivamos el tiempo
presente como el mejor que Dios nos ha regalado. El tiempo excelente es ahora;
el pasado ya no existe y el futuro es incierto.
Amado Señor: gracias
por enseñarnos a valorar el tiempo presente. Gracias porque Contigo el tiempo
no tiene un límite fijo; Tú Eres el dueño de nuestro tiempo. Aleja de nosotros
el añorar el pasado y vivir más bien cada día como si fuera el último. ¡Te amamos buen Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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