Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas.
Apocalipsis 4:11. NVI.
Lectura: Apocalipsis 4:1-11. Versículo del día: Apocalipsis 4:11.
MEDITACIÓN DIARIA
El Libro del Apocalipsis
nos habla no solamente de tribulación, sino que también nos da una idea de cómo
es el cielo y lo que haremos allá. Anterior al versículo del día, hay otro donde
vemos lo siguiente: “Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que
era y que es y que ha de venir” (v. 8). Los seres vivientes de los que nos
habla la lectura, no se cansan de loar al Señor. Esto me recuerda muy bien
cuando mi mami murió: yo no podía dormir de pensar en dónde estaría ella y el
Señor me regalo una hermosa visión: me encontraba terminando de subir una
montaña similar como a la de Monserrate en Bogotá; quizá muchísimo más alta.
Cuando estaba llegando, mi mami que ya estaba arriba, me estiró la mano para
ayudarme en el último escaño y me preguntó: ‘¿por qué te demoraste tanto mamita?”.
Yo le respondí como con evasivas y ya arriba, ella cogiéndome de la mano y trasladándome
por diferentes sitios donde yo veía personas congregadas me dijo: ‘aquí en el
cielo todos alabamos al Señor’. Me desperté en la más completa paz, donde me parecía
que la habitación irradiaba una luz inusual y con un aroma de fragantes flores.
Fue una experiencia inolvidable que más tarde se la conté al Pastor de una
Iglesia y me dijo: ‘indudablemente tuviste una visión donde el Señor te mostró
donde está tu mami’. Sí; desde ese día siempre he tenido la certeza de que ella
está en el cielo y aguardando mi llegada también.
Pero asimismo pienso: no
esperemos a estar en nuestra próxima morada para alabar y adorar a nuestro
Dios. Cuando aquí cantamos en el cielo se oye. “Porque nosotros somos templo
del Dios viviente. Como él ha dicho: Viviré con ellos y caminaré entre ellos.
Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo” (2 Corintios 6:16). Es hermoso adorar
al Señor; dejarse llevar en adoración a Él es sentir el grato perfume de su
Presencia en nosotros. ¡Adorémosle! No nos cansemos de hacerlo.
Amado Señor: Tú
Eres el Santo Dios, inigualable Rey de reyes y Señor de señores. Todo loor,
toda honra y gloria sean para Ti. Toda tu creación canta las maravillas de tus
manos; los cielos, el mar y todo cuanto en ellos existe, te alaban y bendicen
tu Nombre. Bendito Señor, recibe nuestra adoración porque Eres el Único digno
de recibirla. ¡Te adoramos Señor y Dios nuestro!
Un abrazo y bendiciones.
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