Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo.
Apocalipsis 3:20 NVI.
Lectura:
Apocalipsis 3:14-22. Versículo del día:
Apocalipsis 3:20.
MEDITACIÓN
DIARIA
Este
versículo es el que usualmente aplico para compartir, pues fue el que me enseñaron
para hacerlo desde hace muchos años. Ahora estudiando el libro de “Celebración de
la Disciplina”, hemos visto el enfoque hacia nosotros los ya cristianos. Bien
dice allí lo siguiente: Quienes hemos entregado nuestras vidas a Cristo tenemos
que saber cuánto anhela Él cenar con nosotros, estar en comunión con nosotros.
Él desea una perfecta fiesta de Eucaristía en el santuario interior del corazón”
(Pág. 37). Esto exactamente nos conduce a la meditación cristiana de
encontrarnos con Dios directamente; no a la meditación oriental y secular. Esta
meditación de hablar íntimamente con Dios nos abre la puerta para expresarle
todo lo que somos y todo lo que hacemos.
Pero
si le hemos fallado, aquí tenemos el consejo de nuestro buen Dios: “Por eso te
aconsejo que de mí compres oro refinado por el fuego, para que te hagas rico;
ropas blancas para que te vistas y cubras tu vergonzosa desnudez; y colirio
para que te lo pongas en los ojos y recobres la vista” (v. 18). Ninguna riqueza
terrenal vale lo que vale un minuto en la presencia de Dios. Vistámonos de blanca
lana cual copos de nieve, para recibir a nuestro Gran Rey y Señor. Busquemos el
momento apropiado para que ese banquete que nos ofrece, sea el inicio de una
relación perfecta con nuestro Amado. Asistamos a la cena ofrecida sin temor
alguno porque Él es el perfecto amor y allí no existe el temor.
Buen Amado Señor: enséñanos a tener esa comunión
especial Contigo, de tal manera que te contemplemos en toda la magnitud y
majestuosidad que Eres Tú. Enamóranos Señor cada día mucho más y que anhelemos
esas cenas íntimas Contigo; que aprendamos a abrir el corazón ante Ti de par en
par y disfrutemos desde la mente hasta el interior profundo nuestro, el contemplar
tu rostro omnipresente y omnisciente hablándonos quedamente y con ternura.
Gracias porque nos deseas cual novio enamorado. ¡Tanto amor Tuyo Señor sin
merecerlo! ¡Te amamos buen Dios!
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario