viernes, 23 de abril de 2021

Virtudes que no son para negociar

Adquiere la verdad y la sabiduría, la disciplina y el discernimiento, ¡y no los vendas! 

Proverbios 23:23. NVI.


Lectura: Proverbios 23:1-35.  Versículo del día: Proverbios 23:23.


MEDITACIÓN DIARIA


Vale la pena invertir en estas virtudes porque seguro que les sacaremos mayor provecho que a la misma plata u oro refinado. Ahora, si leemos con detenimiento el versículo nos damos cuenta que el adquirir algo o sea comprarlo tiene un precio. En Cristo Jesús encontramos la Verdad (Juan 14:6). Sostener esa Verdad, cuesta; tiene un precio. El Señor Jesús que es la Verdad nos compró con su preciosa sangre. Entonces seamos firmes y por más que tengamos familiares o amistades que nos hacen contrapeso por seguir a Cristo, no decaigamos. Fuimos comprados con su preciosa sangre; esto no fue cualquier cosa, Jesús fue el Cordero inmolado por cada uno de nosotros. ¿Cómo echar para atrás cuando ya lo conocemos y sabemos el precio que Él Pagó? Miremos lo que nos dice el apóstol Pablo: “Y ahora ustedes, los gentiles, también han oído la verdad, la Buena Noticia de que Dios los salva. Además, cuando creyeron en Cristo, Dios los identificó como suyos al darles el Espíritu Santo, el cual había prometido tiempo atrás. El Espíritu es la garantía que tenemos de parte de Dios de que nos dará la herencia que nos prometió y de que nos ha comprado para que seamos su pueblo. Dios hizo todo esto para que nosotros le diéramos gloria y alabanza” (Efesios 1:13-14).

Y es el bendito Espíritu Santo quien nos llena de sabiduría y discernimiento para que podamos entender muy bien la Verdad por la que hemos sido salvos. Al tener firmeza en el corazón con estas tres virtudes podemos buscar también la disciplina tan necesaria, porque es la que nos llevará a afianzar nuestra fe a través de la bendita Palabra de Dios. No podemos negociar ninguna de estas virtudes.


Amado Señor Jesús: Tú Eres la Verdad; te damos gracias porque por tu inmenso amor nos has comprado con tu preciosa sangre. Precioso Espíritu Santo, arraiga esta Verdad en nuestros corazones y danos la sabiduría necesaria y el discernimiento para no dejarnos engañar por el enemigo. Enséñanos a leer tu Palabra y aprender de ella con disciplina, para que podamos defender nuestra Verdad de los ataques de este mundo con teorías dadas por el maligno. Gracias amado Dios y Señor nuestro. ¡Gloria y honor al Dios Trino!


Un abrazo y bendiciones.

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