Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.
Romanos 8:1. NVI.
Lectura: Romanos 8:1-17.
Versículo del día: Romanos 8:1.
MEDITACIÓN DIARIA
Este versículo nos afirma
la seguridad de salvación. Estamos unidos a Cristo Jesús y el poder del
Espíritu Santo nos controla y nos da vida, liberándonos también del poder del pecado
(v. 2). Recordemos que al aceptar a Jesús en nuestras vidas entran también el
Padre y el Espíritu Santo a morar en cada uno de nosotros. De hecho, es el
Espíritu Santo quien va haciendo la obra regeneradora en la persona. La ley de
Moisés no podía salvarnos; por eso Dios mandó a su propio Hijo y lo envió tan
débil como lo somos nosotros. Lo envió para que muriera por nuestros pecados y
de ese modo, su ofrenda sirvió para destruir el pecado. Dios declaró el fin del
dominio que el pecado tenía sobre nosotros (vv. 3-4).
Tenemos que estar
controlados por el Espíritu Santo para no estar dominados por la naturaleza
pecaminosa; ya somos herederos de una vida eterna al lado de nuestro buen
Jesús. Ahora que, como no estamos exentos de caer y pecamos, bien nos dice la
Palabra de Dios lo siguiente: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es
fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad” (1 Juan 1:9). Nuestra
relación con Dios después de recibir a Cristo en nuestro corazón tiene otro
matiz. Ya le pertenecemos; ya somos de Él y el pecado no se enseñoreará de
nosotros. ¡Gloria a Dios por Cristo el Señor!
Amado Señor Jesús:
no tenemos palabras para agradecerte lo que hiciste por nosotros para
liberarnos de las garras del pecado y obtener Contigo la salvación. Eres el Único
Dios Inigualable y Misericordioso, pues nadie más ha muerto por las trasgresiones
de otro. Nadie más puede decir que su tumba está vacía. Tú resucitaste para
darnos vida eterna. Gracias, muchas gracias bendito Señor.
Un abrazo y bendiciones.
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