Que abunden en ustedes la gracia y la paz por medio del conocimiento que tienen de Dios y de Jesús nuestro Señor.
2 Pedro 1:2. NVI.
Lectura: 2 Pedro:1-1-11. Versículo del día: 2 Pedro 1:2.
MEDITACIÓN DIARIA
Este fue el deseo de
Pedro para sus discípulos y es el mismo que todos deseamos para los que creemos
en el Señor Jesús. Y es que tenemos que saber de la maravillosa experiencia al haber
acogido en nuestras vidas al Salvador del mundo. Es despojarnos de todo aquello
que nos pesaba y no nos permitía obrar libremente. Jesús dijo: “y conocerán la
verdad, y la verdad los hará libres” (Juan 8:32). Muchos se preguntarán ¿cuál
verdad? Jesús, también afirmó: “—Yo soy el camino, la verdad y la vida —le
contestó Jesús—. Nadie llega al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Ya no vivimos
bajo la ley, vivimos bajo su preciosa gracia; bajo el amparo y rodeados de esa
gracia que es el mejor regalo que jamás hayamos recibido. No hicimos nada para alcanzarla,
pero precisamente del cielo nos llegó.
Esa gracia es la que debe
abundar en cada uno de nosotros porque será la portadora de la paz que nos ofrece
nuestro buen Señor. No es la paz que el mundo nos da; no. Es otra clase de paz;
la que sobrepasa todo entendimiento. Es la paz que experimentamos cuando nos
llegan las pruebas; es la paz que podemos lograr al encontrarnos solos y
apesadumbrados. Es la paz que sentimos cuando alguno de nuestros seres queridos
parte hacia la eternidad.
Dios nos dio su divino poder
para tener el conocimiento que necesitamos para vivir como Él lo desea (v. 3). No
desperdiciemos ese conocimiento que será el que en últimas nos permitirá gozar
plenamente de su gracia y de su paz a través de Jesús nuestro Señor.
Amado Señor Jesús:
no nos cansaremos de darte las gracias por tanta bondad hacia nosotros. Tú, nos
miraste con compasión y nos cautivaste con lazos de amor y ternura, mientras
nosotros te faltábamos día a día. Derramaste tu bendita gracia sobre cada uno,
para que aprendiéramos a andar por ese camino que Eres Tú mismo. Nos llevas de
tu mano y sufres cuando nos soltamos y desviamos. Señor, perdona esos arrebatos
y vuélvenos a tomar en tus amorosos brazos. ¡Te amamos buen Jesús!
Un abrazo y bendiciones.
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