Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.
Isaías 9:6. NVI.
Lectura: Isaías
9:1-7. Versículo del día: Isaías 9:6.
MEDITACIÓN DIARIA
Todo aquel que acepta a
Jesús de Nazaret como Señor y Salvador, pasa de la oscuridad a la luz. No
solamente era una profecía para el pueblo de Israel. Los cristianos podemos dar
fe que antes de Cristo en nuestras vidas había confusión, pesadez; había dolor,
ansiedad, angustia. Después con el Señor una luz resplandece y es como si se
quitara un velo de los ojos que no nos permitía ver bien (vv. 1-2). Jesús en su
ministerio lo afirmó: Él es la luz del mundo y el que lo sigue no andará en
tinieblas (Juan 8:12). Se nos dio un regalo con el nacimiento de Jesús. Dios
Padre nos lo proveyó para librarnos del pecado a través de su sacrificio en la
cruz del Calvario. ¡Tanto amor y no nos damos cuenta!
Jesús: el Rey de reyes y
Señor de señores. El mundo entero tendrá que doblar sus rodillas ante Él y
reconocerlo como Rey y Señor. Este Niñito nacido en Belén, también es nuestro
Consejero admirable a Él podemos recurrir cuando estamos cansados y débiles
porque su yugo es fácil y ligera su carga (Mateo 11:28-30). En la deidad de
Cristo, en su unión con el Padre se convierte en Dios fuerte y Poderoso. Se le
llamará Padre eterno. Desde el principio Él era el Verbo y todas las cosas fueron
creadas por Él (Juan 1:1-4). Se le llamará Príncipe de paz: su paz no es como
el mundo la da (Juan 14:27) y sobrepasa todo entendimiento (Filipenses 4:7).
¿Qué más podemos pedir?
Dios Padre nos ha mandado a su Hijito para que todo el que crea en Él tenga vida
eterna y tendremos todo lo que el profeta Isaías anunció aún desde quinientos
años antes de su nacimiento. ¿Quieres conocer a Jesús, el niñito nacido en
Belén? Te invito a orar conmigo:
Amado Jesús:
gracias por venir al mundo y saber que lo hiciste por mí para darme todo lo que
Eres y poder dirigirme a Ti a pedirte consejos, refugiarme en tus brazos y
recibir tu paz. Te reconozco como mi Señor y Salvador personal. Eres mi Dios fuerte
y Padre que me amaste desde la eternidad. Gracias, muchas gracias buen Jesús y
Señor por darme tanto amor. ¡Alabo y exalto tu Nombre! ¡Gloria a Dios en las
alturas!
Un abrazo y bendiciones.
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