Recuerdo el amor de tu juventud, tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas.
Jeremías 2:2. NVI.
Lectura: Jeremías
2:1-9. Versículo del día: Jeremías 2:2.
MEDITACIÓN DIARIA
Definitivamente el Señor
sabe cómo hablarnos. Cuando estamos alejados de Él, busca la manera de
atraernos nuevamente y lo sabe hacer como el mejor de los enamorados. Sí, es que
así es. El Señor Jesús es el novio que espera que su novia la Iglesia (y yo
hago parte de esa Iglesia), esté ya vestida con ropas blancas y relucientes
para que el día de las Bodas del Cordero se presente sin mancha ni arruga
alguna.
Por eso, con semejantes
palabras tiernas y a la vez denotando un aire de tristeza, es imposible
pasarlas por alto y no hacerles caso. Y es que, en verdad, quizá todos lo
experimentamos, pero ese primer amor con el Señor es difícil de olvidar. Quizá
se nos olvida, pero al recordarlo hay que ser sinceros y hallarle toda la razón
a nuestro buen enamorado.
Mi Amado Jesús:
Perdona por haberte olvidado y no tenerte como mi prioridad absoluta. Perdona el
dejarme involucrar en el mundo al punto que lo tuyo lo he llevado a un segundo
plano. Por periodos olvido tanto amor que has derramado en mi vida y me arrojo
a lo sutil del mundo que cautiva. Mi Jesús, ayúdame a recordar ese primer amor
Contigo, donde nada ni nadie más importaba sino solamente Tú. Quiero volver a
tu lado por siempre sin importar desiertos o zonas ásperas e indomables. Sé por
experiencia propia que es mejor habitar en uno de ellos que estar por fuera de
tu cobertura. Deseo enamorarme nuevamente de Ti y poderte decir con mi corazón
sincero que Eres la única razón de mi existencia. ¡Te amo mi Jesús! No me
sueltes de tu mano porque aún soy débil e inexperta y puedo perder el rumbo que
me guía hacia tu recámara de amor.
Un abrazo y bendiciones.
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