Mis ovejas oyen mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna, y nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatármelas de la mano.
Juan 10:27-28. NVI.
Lectura: Juan
10:22-42. Versículos del día: Juan
10:27-28.
MEDITACIÓN DIARIA
Hermosas palabras del
Señor que animan y dan seguridad de salvación. Sí; se necesita estar en la
manada pequeña de ese redil, para reconocer la voz de ese Pastor que es nuestro
amado Jesús. Ahí empiezo a entender que si nos alejamos de la manada va a ser
difícil nuestra vida aquí en la tierra; pero de una cosa hay que tener certeza
y es que por ser de Él tenemos el derecho a una vida eterna. Así que nunca
moriremos y algo que por lo menos a mí, me da mucha tranquilidad es que dice:
“nadie podrá arrebatármelas de la mano”. ¿Por qué también tanta seguridad del
Señor al decir esto? Porque continúa afirmando: “Mi Padre, que me las ha dado,
es más grande que todos; y de la mano del Padre nadie las puede arrebatar” (v.
29). Que nos quede bien claro: nada ni nadie podrá arrebatarnos de la mano del
Padre. ¡Aleluya! Y al final claramente confirma su deidad legítima como Dios
que es: “El Padre y yo somos uno” (v. 30).
¡Qué más se puede pedir!
Ahora que todos estamos expuestos al Covid-19, esta promesa es reconfortante
tenerla a flor de piel: nada ni nadie nos puede arrebatar de su mano poderosa;
así que si vivimos, Él cuidará de nosotros; y si nos vamos gozaremos eternamente
a su lado.
Amado Señor:
gracias, muchas gracias por esta siempre a nuestro lado; por vivificarnos con
tu amor y no permitir que el enemigo venga a llevarse lo que te pertenece. Buen
Jesús no tenemos palabras para expresar nuestro agradecimiento por tanta
fidelidad de parte Tuya. Creemos en Ti y te amamos con un corazón sincero.
¡Alabado seas por siempre Rey de reyes!
Un abrazo y bendiciones.
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