—¿Y dónde está ese hombre? —le preguntaron
Juan 9:12. NVI.
Lectura: Juan 9:1-41. Versículo
del día: Juan 9:12.
MEDITACIÓN
DIARIA
Cuando Jesús sana al
ciego de nacimiento, los judíos incrédulos dudaban de que Jesús hubiese hecho
ese milagro tan asombroso. Así que después de interrogar a los padres vuelven nuevamente
hacia el hombre sanado, haciéndole creer que Jesús era pecador, a lo que él
responde: “—Si es pecador, no lo sé —respondió el hombre—. Lo único que sé es
que yo era ciego y ahora veo” (v. 25).
Definitivamente, no hay
peor ciego que el que no quiere ver. Los judíos se creían discípulos de Moisés,
pero nunca de Jesús y alegan aduciendo que ni siquiera sabían de dónde salió.
Muy acertada la respuesta que les da el ciego del milagro: “—¡Allí está lo
sorprendente! —respondió el hombre—: que ustedes no sepan de dónde salió, y que
a mí me haya abierto los ojos” (v. 30). La ceguera espiritual es peor que la
física, por eso Jesús termina el capítulo diciéndoles que su pecado es mayor: “—Si
fueran ciegos, no serían culpables de pecado, pero, como afirman que ven, su
pecado permanece” (v. 41).
Lo triste es saber que
existen muchos ciegos espirituales. No aceptan a Jesús de Nazaret; por el contrario,
preguntan ¿dónde está ese hombre que dice sanar ciegos de nacimiento? Y si vieren
el milagro en sus vidas, seguramente, dudarían tal como lo hicieron los judíos con
Jesús.
Amado Señor: en
gran medida nosotros somos culpables de que el mundo no te conozca como
realmente Eres. Perdona nuestro pecado de negligencia y enséñanos a llevar tu
mensaje de salvación a los enfermos de ceguera espiritual. Señor, permite que seamos
firmes en hablarle al mundo pecador, tal como lo hizo este hombre, sin dudar
para nada de la Deidad Tuya como Hijo de Dios. ¡Grande y Poderoso Eres
Majestuoso Señor! ¡Toda la gloria es para Ti!
Un abrazo y bendiciones.
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