Jesús les respondió: ¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.
Lucas 13:2-3. NVI.
Lectura: Lucas
13:1-9. Versículos del día: Lucas
13:2-3.
MEDITACIÓN DIARIA
Seguramente la gente de
ese tiempo pensaba que unos eran más pecadores que otros. Bueno, ahorita en
pleno siglo XXI, se piensa exactamente igual. Bien nos decía Dany, mi hijo,
quien ayer dirigió el Culto de la iglesia, que tenemos la
tendencia a creer que hay unos pecados más graves que otros y para Dios, el
punto es simplemente pecado. Pecamos al estar separados de Dios; la ley llegó por
causa de las transgresiones (Gálatas 3:19). Todos somos pecadores; ninguno
damos la talla como para pensar que soy bueno y no caigo. Eso es una mentira
que cuando la tomamos, más rápido caemos. Satanás no va a desaprovechar
cualquier indicio de ínfulas o de orgullo porque sabe que en esos campos gana
terreno. Nosotros somos tan débiles, que en lo que nos consideramos más fuertes
viene la tentación y la caída. Por eso es que todos necesitamos un Salvador;
alguien que hubiese pagado por todas las transgresiones de la humanidad. Y en
esto vemos la obra redentora de Cristo en la cruz del Calvario y el gran amor
de Dios al entregarnos a su Hijo. “todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan”,
nos afirma el versículo del día. Nos arrepentimos cuando conocemos y tenemos en
nuestras vidas al Señor Jesucristo.
Así que la ley para el
creyente en Cristo no existe. La única ley que ahora nos debería motivar sería
la que nos dejó el Señor Jesús: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen
los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse
los unos a los otros” (Juan 13:34). Entonces, si ya nos arrepentimos y Jesús
está en nuestras vidas cumplamos con el amor al prójimo.
Amado Señor Jesús:
reconocemos que todos somos pecadores y que necesitamos de Ti para el perdón de
los pecados. Gracias por haber muerto en nuestro lugar y por enseñarnos que te
necesitamos para empezar a llevar una vida regida por la gracia y no por la
ley. Señor Jesús, que el mismo amor que nos tuviste, reine en nuestros
corazones para amar a nuestro prójimo como deseas que lo hagamos. ¡Gracias bendito
Rey celestial Señor de señores! ¡Todo el loor es para Ti!
Un abrazo y bendiciones.
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