Por eso, el Señor mismo les dará una señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel.
Isaías 7:14. NVI.
Lectura: Isaías
7:1-25. Versículo del día: Isaías 7:14.
MEDITACIÓN DIARIA
Isaías profetizaba la
venida del Mesías al mundo. ¡Emanuel! ¡Dios con nosotros! El Señor Jesús vendría
al mundo, nacido de una mujer virgen por obra y gracia del Espíritu Santo, con
la misión específica de salvar a la humanidad. Jesús, reconciliaría al hombre
con Dios Padre. Él sería el puente que nos permitiría tener nuevamente una
relación con el Padre, tal como lo planeó Dios mismo en el principio con Adán y
Eva. Debido a la desobediencia de ellos esta relación se interrumpió, pero la
promesa de un Salvador quedó firmada cuando Dios le dijo a la serpiente: “Pondré
enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te
aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón” (Génesis 3:15).
Si todavía no entiendes
el valor y significado de lo que fue este acontecimiento, te invito a que leas
el Evangelio de Juan. Nos narra muy bien que Jesús fue artífice también de toda
la creación y que Él es el Verbo; la luz verdadera que alumbra a todo ser
humano y estaba en el mundo, pero el mundo no lo conoció (Juan 1:1-11). Sin embargo,
“Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho
de ser hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni
por voluntad humana, sino que nacen de Dios” (Juan 1:12-13). Y ahí está la clave:
hay que recibir, aceptar a Jesús como dueño de nuestras vidas, como el Mesías
que vino exclusivamente a salvarnos; como el Emanuel que Él es. Te pregunto: ¿Lo
has hecho alguna vez? Si nunca le has dicho a Jesús que tome el control del
trono de tu vida, te invito a que lo hagas en este momento; dile así:
Señor Jesús:
reconozco que soy pecador y que viniste para sacarme de las tinieblas hacia la
luz que Eres Tú. Te acepto como mi Señor y Salvador. Toma el control del trono
de mi vida y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonarme, limpiarme
y darme ahora Contigo la vida eterna a tu lado. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
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