lunes, 19 de agosto de 2019

Hay que aceptar a ¡Dios con nosotros!


Por eso, el Señor mismo les dará una señal: La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamará Emanuel. 
Isaías 7:14. NVI.

Lectura: Isaías 7:1-25.  Versículo del día: Isaías 7:14.

MEDITACIÓN DIARIA

Isaías profetizaba la venida del Mesías al mundo. ¡Emanuel! ¡Dios con nosotros! El Señor Jesús vendría al mundo, nacido de una mujer virgen por obra y gracia del Espíritu Santo, con la misión específica de salvar a la humanidad. Jesús, reconciliaría al hombre con Dios Padre. Él sería el puente que nos permitiría tener nuevamente una relación con el Padre, tal como lo planeó Dios mismo en el principio con Adán y Eva. Debido a la desobediencia de ellos esta relación se interrumpió, pero la promesa de un Salvador quedó firmada cuando Dios le dijo a la serpiente: “Pondré enemistad entre tú y la mujer, y entre tu simiente y la de ella; su simiente te aplastará la cabeza, pero tú le morderás el talón” (Génesis 3:15).
Si todavía no entiendes el valor y significado de lo que fue este acontecimiento, te invito a que leas el Evangelio de Juan. Nos narra muy bien que Jesús fue artífice también de toda la creación y que Él es el Verbo; la luz verdadera que alumbra a todo ser humano y estaba en el mundo, pero el mundo no lo conoció (Juan 1:1-11). Sin embargo, “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Estos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios” (Juan 1:12-13). Y ahí está la clave: hay que recibir, aceptar a Jesús como dueño de nuestras vidas, como el Mesías que vino exclusivamente a salvarnos; como el Emanuel que Él es. Te pregunto: ¿Lo has hecho alguna vez? Si nunca le has dicho a Jesús que tome el control del trono de tu vida, te invito a que lo hagas en este momento; dile así:

Señor Jesús: reconozco que soy pecador y que viniste para sacarme de las tinieblas hacia la luz que Eres Tú. Te acepto como mi Señor y Salvador. Toma el control del trono de mi vida y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias por perdonarme, limpiarme y darme ahora Contigo la vida eterna a tu lado. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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