miércoles, 18 de julio de 2018

También actuamos como fariseos


¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. 
Mateo 23:23.

Lectura. Mateo 23:13-39.  Versículo del día: Mateo 23:23.

MEDITACIÓN DIARIA

Terrible la cantidad de ‘ayes’ que el Señor les pronuncia a los maestros de la ley y fariseos. Los llama: hipócritas, guías ciegos, ciegos insensatos, sepulcros blanqueados, ¡serpientes! ¡Camada de víboras! Dura palabra es ésta y podemos preguntarnos o reflexionar si como cristianos nos dejamos llevar también por tradiciones o costumbres que nos hacen perder el verdadero significado de los que decimos ser.
Tomemos el versículo del día y sobre este solamente analicémonos. ¿Será que por seguir al pie de la letra las reglas de ‘no fallar con el diezmo’, ‘no fallar a las reuniones’ y otras más, creemos que ya lo hemos cumplido todo? Noo, nunca. Si cumples todo lo anterior, pero en tu corazón hay resentimiento, envidia, odio, injusticia, falta de amor y de misericordia, nada de lo que hayas hecho tendrá valor alguno. Dice el Señor que se ha descuidado lo más importante como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Estamos mirando lo que no afecta: el señor que no se quitó el sobrero, el muchacho que va con aretes o tatuajes o a la joven que se presentó en ropas livianas; incluso en muchas congregaciones le ponen el dedo acusador todavía a la mujer que va en pantalón. Hay que mirar el corazón, lo interno; no lo externo. El Señor también lo dice en esta lectura: “Limpian el exterior del vaso y del plato, pero por dentro están llenos de robo y de desenfreno. ¡Fariseo ciego! Limpia primero por dentro el vaso y el plato, y así quedará limpio también por fuera” (vv. 25-26).
Si no queremos compararnos con estos fariseos, empecemos a actuar de acuerdo a lo que nos manda el Señor y no a las reglas humanas que nos desvían de la verdad.

Amado Dios, no podemos decir que pasamos el examen porque nos has permitido ver cantidad de errores en nosotros que nos hacen similares a los fariseos que tanto criticamos. Perdónanos Señor y límpianos de todo aquello que no solamente nos afecta, sino que también ha sido tropiezo para los que han querido seguirte y por nuestra culpa no han llegado. Gracias por convencernos del pecado que aun mora en nosotros y lavarnos completamente con tu preciosa sangre. ¡Te amamos Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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