Cuando Moisés descendió del monte Sinaí, traía en sus manos las dos tablas de la ley. Pero no sabía que, por haberle hablado el Señor, de su rostro salía un haz de luz.
Éxodo 34:29. NVI.
Lectura: Éxodo 34:29-35. Versículo del día: Éxodo 34:19.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando Moisés descendió del Monte Sinaí con las tablas
de la ley, su rostro emanaba luz porque la gloria del Señor se había posado
sobre él, mientras hablaba con el Señor.
De igual manera nos puede suceder a nosotros cuando vamos ante la
presencia del Señor. Estar delante de Él, contarle alegrías, tristezas;
compartirle nuestro dolor por x o y motivo, ya son suficientes razones como
para que al salir a la calle y los demás nos vean, encuentren a otra persona,
alguien muy diferente y nos pregunten por nuestra paz y sosiego y podamos con
gozo entonces, compartirles a ellos de nuestro Amado Dios. “¡Que el Señor haga
resplandecer su rostro sobre ti!” (Números 6:25), está escrito en la bendición
sacerdotal. El Proverbio también nos afirma que: “El corazón alegre se refleja
en el rostro” (Proverbios 15:13). En otras versiones dice: “hermosea el
rostro”, y así es: si el Señor tu Dios es tu amigo y confidente, tu rostro lo
demostrará.
Si ya conoces al Señor, “¡Levántate y resplandece, que
tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!” (Isaías 60:1). Ya
tienes la luz de Jesús; no andas en oscuridad y ahora te corresponde hacer
brillar esa luz en otros rostros.
Amado Señor: Gracias por estar presente en nuestras
vidas y darnos el gozo de la salvación. Con tenerte nos basta buen Dios porque
lo Eres todo y encierras todo lo que anhelamos. Permite que nuestra luz nunca
se opaque o deje de brillar porque entonces no podremos hablarle al mundo de
Ti. Gracias por tener en Ti el consuelo de tus brazos amorosos y la esperanza
de un nuevo amanecer Contigo dirigiendo nuestros pasos. ¡Te amamos Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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