lunes, 16 de julio de 2018

La oración sincera llega al corazón de Dios


Moisés intentó apaciguar al Señor su Dios, y le suplicó: ―Señor, ¿por qué ha de encenderse tu ira contra este pueblo tuyo, que sacaste de Egipto con gran poder y con mano poderosa?  ¿Por qué dar pie a que los egipcios digan que nos sacaste de su país con la intención de matarnos en las montañas y borrarnos de la faz de la tierra? ¡Calma ya tu enojo! ¡Aplácate y no traigas sobre tu pueblo esa desgracia! Éxodo 32:11-12.

Lectura: Éxodo 32:1-35.  Versículos del día: Éxodo 32:11-12.

MEDITACIÓN DIARIA

Moisés en el monte Sinaí estaba recibiendo directamente de la mano de Dios las tablas de la ley y todo lo referente al Tabernáculo que era la tienda de reunión diseñada por Dios; Él le dijo cómo hacer cada lugar y cada cosa (Éxodo 31:7-11). Esta fue la orden de Dios. En todo esto se gastó tiempo, pero el pueblo de Israel, no supo esperar y muy pronto se volcó tras los ídolos de Egipto incluso convenciendo a Aaron para complacerlos. El Señor Dios quería destruirlos, pero Moisés, su amigo (Éxodo 33:11), logró hacerlo desistir intercediendo por ellos con esta súplica sincera. Dios es clemente y misericordioso.
Son varias las lecciones para tomar de este capítulo: 1 No sabemos esperar en Dios y resultamos buscando otros caminos que solamente serán de muerte. 2 Igualmente, nosotros ahora somos los amigos del Señor (Juan 15:15) y podemos hablarle cara a cara con la mayor sinceridad, tal y como lo hizo Moisés. Podemos pedirle misericordia y clemencia bien sea por la familia, por la Iglesia, por la nación, etc. Dios nos despreciará nuestra oración. 3 También aprendemos que Dios perdona el pecado, pero las consecuencias quedan: “Entonces les dijo Moisés: El Señor, Dios de Israel, ordena lo siguiente: Cíñase cada uno la espada y recorra todo el campamento de un extremo al otro, y mate al que se le ponga enfrente, sea hermano, amigo o vecino. Los levitas hicieron lo que les mandó Moisés, y aquel día mataron como a tres mil israelitas” (vv. 27-28 en la lectura).

Amado Dios: perdona la cantidad de veces que hemos sido necios y hemos actuado de la misma manera que lo hizo Israel. Reconocemos tu gran poder y gloria para sacarnos adelante sea cual sea la situación en la que nos encontremos. Enséñanos a esperar en Ti; tus tiempos son exactos y sabes perfectamente cómo manejarlos. Gracias bendito Señor por considerarnos tus amigos y poder hablar Contigo sinceramente como lo hizo Moisés. Gracias por tu Palabra y por aprender cada día de ella. ¡Te alabamos y bendecimos por siempre!

Un abrazo y bendiciones.

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