¡Miren que viene en las nubes! Y todos lo verán con sus propios ojos, incluso quienes lo traspasaron; y por él harán lamentación todos los pueblos de la tierra. ¡Así será! Amén.
Apocalipsis 1:7.
Lectura: Apocalipsis
1:1-8. Versículo del día: Apocalipsis
1:7.
MEDITACIÓN DIARIA
El Señor Jesús volverá.
No hay duda de ello. Será el acontecimiento más esperado por los cristianos; ningún
ojo dejará de verlo. Está anunciado aun desde tiempos antiguos; los profetas
del Antiguo Testamento también hablaron acerca de este suceso (Daniel 7:13,
Zacarías 12:11). El mismo Señor se lo confirmó a sus discípulos: “La señal del
Hijo del hombre aparecerá en el cielo, y se angustiarán todas las razas de la
tierra. Verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con poder y
gran gloria” (Mateo 24:30). Y cuando el Señor ascendió al cielo y ellos estaban
embelesados mirándolo alejarse, se les aparecieron dos hombres vestidos de
blanco quienes les afirmaron lo mismo: “―Galileos,
¿qué hacen aquí mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido llevado de
entre ustedes al cielo, vendrá otra vez de la misma manera que lo han visto
irse” (Hechos 1:7).
Así que es una realidad
que acontecerá. Nuestro amado Jesús volverá y todo ojo lo verá y dice también
la Escritura que llorarán los que lo traspasaron (Zacarías 12:10). Ante toda
esta Escritura es ineludible que el Señor regresará. “Dichoso el que lee y
dichosos los que escuchan las palabras de este mensaje profético y hacen caso
de lo que aquí está escrito, porque el tiempo de su cumplimiento está cerca”
(v. 3 en la lectura). Te insto a que creas este mensaje profético y voltees los
ojos hacia Jesús de Nazaret si todavía no lo has hecho. Sin Jesús en tu vida no
puede haber remisión de pecados y por consiguiente no tendrías derecho a la
vida eterna. “Yo soy el Alfa y la Omega
—dice el Señor Dios—, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso (v.
8). Te sugiero que oremos así, si es tu decisión reconocerlo en estos momentos.
Mira que el tiempo está muy cerca:
Señor
Jesús: Hoy reconozco que soy pecador y que Tú eres el Hijo de Dios, muerto por
mis pecados y resucitado para darme el derecho a la patria celestial. Entiendo
que vendrás nuevamente y deseo ser parte de los que creen en Ti para gozar de
la vida eterna a tu lado. Gracias por perdonarme y limpiarme. ¡Te amo Jesús!
Un abrazo y
bendiciones.
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