Entonces oí la voz del Señor que decía: ―¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros? Y respondí: ―Aquí estoy. ¡Envíame a mí!
Isaías 6:8.
Lectura: Isaías
6:1-13. Versículo del día: Isaías 6:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Muy seguramente también
has oído la voz del Señor preguntando quién irá a predicar su mensaje pero no
has querido escucharle. Creo que todos tenemos el llamado puesto que si
seguimos al Señor somos sus discípulos y Él antes de su partida hacia el cielo
nos ordenó: “Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que
estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:19-20). Es que no
es si queremos, es un mandato que debemos obedecer y sin embargo nos cuesta
acatar.
Sigamos el ejemplo de
Isaías quien a pesar de ser un hombre de Dios y de estar sirviéndole reconoce
que es pecador y de labios impuros. Aun así ve al Señor sentado en su trono y
el ángel toca sus labios para borrar su maldad y perdonar su pecado. Hay
momentos sublimes cuando estamos quebrantados y experimentamos la presencia de
Dios de manera real en nuestras vidas. Ese encuentro le sucedió a Isaías. Vio
la Gloria de Dios y seguro que de ahí en adelante su vida cambió radicalmente.
Cuando experimentamos la Gloria de Dios, podemos reconocer cuan miserables
somos y recibimos su perdón y purificación. Además de eso, estamos listos a
responderle: “Heme aquí, envíame a mí”.
Amado
Señor: En los momentos de quebrantamiento cuando ni el más leve sonido se
escucha y sentimos que solamente estamos los dos, es cuando podemos vislumbrar
tu gloria y tu poder al verte majestuoso sentado en el trono celestial. Si mi
Dios. Creo que es ahí donde estamos más sensibles a tu voz y por ende a tu
llamado. Permite buen Dios que experimentemos a menudo estos encuentros para
que también no se nos olvide reconocer tu gloria y podamos exclamar
sinceramente como buenos discípulos tuyos: ¡Envíame a mí!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario