¡Dios es mi salvación! Confiaré en él y no temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación!
Isaías 12:2.
Lectura: Isaías
12:1-6. Versículo del día: Isaías 12:2.
MEDITACIÓN DIARIA
¡Me fascina cuando
estoy haciendo el devocional y me encuentro con versículos de alabanza y
adoración! Y me gusta, porque a menudo se nos olvida que el Señor merece toda nuestra
adoración y loor. Muy seguido lo que hacemos es pedir, pedir y pedir sin tener
presente, cuánto ama Dios la alabanza. “Así que ofrezcamos continuamente a
Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de
los labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15). Si observamos bien este versículo vemos que
dice ‘continuamente’ no ‘esporádicamente’; y nosotros hacemos caso omiso al
mandato. Creo que esto nos pasa porque fácilmente nos dejamos sumergir en medio
de los quehaceres y de las dificultades y claro: ¡qué fácil es dar gracias y
cantarle al Señor cuando todo es color de rosa y vamos sobre ruedas! ¿Pero lo
hacemos en medio de las dificultades y de la aflicción? Ciertamente en esos
momentos es cuando tenemos que poner a funcionar nuestra fe. La confianza en
Dios se mide precisamente en los momentos más críticos. “Confiaré en él y no
temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación!”.
“Alaben al Señor,
invoquen su nombre; den a conocer entre los pueblos sus obras; proclamen la
grandeza de su nombre. Canten salmos al Señor, porque ha hecho maravillas; que
esto se dé a conocer en toda la tierra” (vv. 4-5 en la lectura). Todos tenemos
que estar agradecidos con Dios. El solo hecho de saber que somos salvos
gratuitamente porque el Señor pagó por nuestros pecados, es inspiración de agradecimiento
y alegría. Personalmente, además de esto, uno de los motivos para continuamente
compartir mis devocionales es para exaltar lo hecho por mi Señor al rescatarme en
dos ocasiones de las garras de la muerte: una por el cáncer y la otra por la
pancreatitis. Puedo decir con certeza que mi Jesús ha obrado maravillas
conmigo; y deseo declararlo, proclamarlo y darlo a conocer en todo lugar
alcanzado por estos devocionales.
A ti te exhorto mi
hermano: “¡Canta y grita de alegría, habitante de Sión; realmente es grande, en
medio de ti, el Santo de Israel!” (v. 6). Tu Dios, mi Dios es bueno y merece
ser exaltado.
Amado Señor: ¡Cómo no
darte gracias por ser tan misericordioso y bondadoso! ¡Eres el Dios de mi
salvación! ¡Mi fortaleza y refugio seguro! Eres Tú, el que jamás cambias y
estás presente sin importar cómo me encuentre porque tu fidelidad es inmutable.
¡Te amo bendito Señor! ¡A Ti sea todo loor, honra, gloria y esplendor!
Un abrazo y
bendiciones.
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