martes, 21 de noviembre de 2017

A Ti sea todo loor, honra, gloria y esplendor

¡Dios es mi salvación! Confiaré en él y no temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación! 
Isaías 12:2.

Lectura: Isaías 12:1-6.  Versículo del día: Isaías 12:2.

MEDITACIÓN DIARIA

¡Me fascina cuando estoy haciendo el devocional y me encuentro con versículos de alabanza y adoración! Y me gusta, porque a menudo se nos olvida que el Señor merece toda nuestra adoración y loor. Muy seguido lo que hacemos es pedir, pedir y pedir sin tener presente, cuánto ama Dios la alabanza. “Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15).  Si observamos bien este versículo vemos que dice ‘continuamente’ no ‘esporádicamente’; y nosotros hacemos caso omiso al mandato. Creo que esto nos pasa porque fácilmente nos dejamos sumergir en medio de los quehaceres y de las dificultades y claro: ¡qué fácil es dar gracias y cantarle al Señor cuando todo es color de rosa y vamos sobre ruedas! ¿Pero lo hacemos en medio de las dificultades y de la aflicción? Ciertamente en esos momentos es cuando tenemos que poner a funcionar nuestra fe. La confianza en Dios se mide precisamente en los momentos más críticos. “Confiaré en él y no temeré. El Señor es mi fuerza, el Señor es mi canción; ¡él es mi salvación!”.
“Alaben al Señor, invoquen su nombre; den a conocer entre los pueblos sus obras; proclamen la grandeza de su nombre. Canten salmos al Señor, porque ha hecho maravillas; que esto se dé a conocer en toda la tierra” (vv. 4-5 en la lectura). Todos tenemos que estar agradecidos con Dios. El solo hecho de saber que somos salvos gratuitamente porque el Señor pagó por nuestros pecados, es inspiración de agradecimiento y alegría. Personalmente, además de esto, uno de los motivos para continuamente compartir mis devocionales es para exaltar lo hecho por mi Señor al rescatarme en dos ocasiones de las garras de la muerte: una por el cáncer y la otra por la pancreatitis. Puedo decir con certeza que mi Jesús ha obrado maravillas conmigo; y deseo declararlo, proclamarlo y darlo a conocer en todo lugar alcanzado por estos devocionales.
A ti te exhorto mi hermano: “¡Canta y grita de alegría, habitante de Sión; realmente es grande, en medio de ti, el Santo de Israel!” (v. 6). Tu Dios, mi Dios es bueno y merece ser exaltado.

Amado Señor: ¡Cómo no darte gracias por ser tan misericordioso y bondadoso! ¡Eres el Dios de mi salvación! ¡Mi fortaleza y refugio seguro! Eres Tú, el que jamás cambias y estás presente sin importar cómo me encuentre porque tu fidelidad es inmutable. ¡Te amo bendito Señor! ¡A Ti sea todo loor, honra, gloria y esplendor!

Un abrazo y bendiciones.

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