martes, 19 de septiembre de 2017

Justicia de Dios por medio de Jesucristo

Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios. 
Romanos 3:22-23.

Lectura: Romanos 3:9-31.  Versículos del día: Romanos 3:22-23.

MEDITACIÓN DIARIA

La Biblia es muy clara en afirmar que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. Pero también nos da la solución, porque mediante la fe en el Señor Jesucristo podemos ser salvos. Este es el regalo más maravilloso de nuestro Papá Dios. Desde el mismo momento de la caída del hombre en el Edén, nos prometió un Salvador y no dudó un momento en mandar a su Hijo Jesús a morir en nuestro lugar.
Por eso mismo, en el Evangelio de Juan leemos lo siguiente, hablando de Jesucristo: “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (Juan 1:12). Podemos considerarnos muy buenos, siguiendo una religión, haciendo buenas obras, grandes filósofos, etc. (vv. 10-18), pero nada de esto nos acerca a Dios. No hay ni un solo justo y precisamente por esto, tuvo que venir el Salvador como puente entre Dios Santo y el hombre pecador. El sublime puente existente es Jesucristo. Él dijo ser el único camino para llegar al Padre (Juan 14:6).
Si dejamos el orgullo a un lado, la falsa humildad, la devoción engañada y admitimos que somos pecadores, entonces, podemos decirle a Jesús que aceptamos lo que Él hizo en la cruz en reemplazo nuestro y conseguiremos llegar al Padre; porque: “si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo” (Romanos 10:9-10).
No existe otra alternativa o solución. Te pregunto: ¿Deseas que Dios te justifique mediante la fe en Jesucristo? ¿Quieres atravesar el puente con Jesús de la mano? Te invito a orarle así:

Señor Jesús: Hoy confieso con mi boca y creo  en mi corazón que eres el Hijo de Dios muerto por mis pecados y levantado de entre los muertos para darme salvación. Te acepto Jesús en mi vida como mi Señor y Salvador personal. Ven a mí, perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo sea. Gracias Señor por perdonarme y limpiarme. Gracias por darme una nueva vida a tu lado. Amén.

Un abrazo y bendiciones.

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