Grábame como un sello sobre tu corazón; llévame como una marca sobre tu brazo. Fuerte es el amor, como la muerte, y tenaz la pasión, como el sepulcro. Como llama divina es el fuego ardiente del amor.
Cantares 8:6.
Lectura:
Cantares 8:1-7. Versículo del día:
Cantares 8:6.
MEDITACIÓN
DIARIA
¡Qué hermoso
poema es el Cantar de los Cantares! No solamente nos sirve para ver la relación
entre esposos, también es la de nuestro Amado Señor con su novia, la Iglesia.
Esa Iglesia de la cual tanto tú como yo hacemos parte y por lo mismo podemos
igual decirle a nuestro Novio todas estas palabras amorosas con las que la Sulamita
conquista a Salomón. Y es que ella de por sí se deja cortejar por su bien amado
rey. Y nosotros ¿qué podemos decirle a nuestro Rey?
Sabemos que
el amor que el Señor Jesús nos ofrece es un amor sin precedentes: el mejor de
los amores, el que lo da todo sin exigir nada a cambio; el amor que nunca deja
de ser. Del mismo modo, ¿por qué no retribuirle ese amor?, búscalo en medio del
jardín en la mañana o en la tarde: “Me encanta sentarme a su sombra; dulce a mi
paladar es su fruto” (Cantares 2:3); y si quieres en la noche también: “Ven,
amado mío; vayamos a los campos, pasemos la noche entre los azahares” (Cantares
7:11). Dile que lo amas, que es todo para ti; halágalo con palabras dulces y tiernas:
¡“Cuán hermoso eres, amado mío! ¡Eres un encanto!” (Cantares 1:16). Hazle saber
que necesitas su protección y sus abrazos: “¡Ojalá pudiera mi cabeza reposar
sobre su izquierda! ¡Ojalá su derecha me abrazara!” (v. 3 en la lectura de hoy).
Es que no hay obstáculo ni momento inoportuno para decirle cuánto lo amamos, cuánto
deseamos estar en sus brazos y sentir su calor divino. Él es el amor que nunca
nos traiciona, que nunca está ocupado ni el que nos dice: ―vuelve más tarde, te atenderé mañana. ¡Jesús, es el que lo da todo
por amor!
Mi Amado Señor: Gracias por tenerte tan
cerca y poder hablarte como al mejor de los enamorados. Gracias por ese amor
que siempre nos ofreces sin pedir nada a cambio. Gracias porque siempre estás
ahí, dispuesto a esperarnos, a soportarnos. En verdad, ni las muchas aguas
pueden apagar tu amor ni los ríos extinguirlo. Tu amor, el más dulce y bello de
los amores, porque ¡Tú eres hermoso Amado mío!
Un abrazo y
bendiciones.
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