Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los pobres!
Proverbios 14:21.
Lectura:
Proverbios 14:1-35. Versículo del día:
Proverbios 14:21.
MEDITACIÓN
DIARIA
Creo que
todos nos acongojamos y dolemos al ver a tanta gente en este momento sin un
techo en donde pasar la noche o sin una bolsa de leche para darle a sus
hijitos. Es más, en otras ciudades ni siquiera tienen luz para refrescarse o
hacer una comida, y el agua también escasea. Dios nos manda amar al prójimo.
Nuestro prójimo no solo es quien está más cerca; es también el que está lejos,
en necesidad y ha sufrido una calamidad. Hay un buen dicho que dice: ‘hoy por
mí, mañana por ti’; y así es. Dios quien no se queda con nada guardado
retribuirá con creces lo que hagamos. “Todo esfuerzo tiene su recompensa, pero
quedarse solo en palabras lleva a la pobreza” (v. 23). Creo que es el momento
de actuar y de mirar al prójimo; podemos empezar por los que están a nuestro
alrededor. Quizá aquella familia que lo perdió todo o quizá la vecina más próxima
que sabemos es adulto mayor y se encuentra sola en su casa. Tal vez, en la
localidad se encuentren centros de acopio donde se pueden llevar víveres no
perecederos y elementos de aseo. Quizá haya una cuenta para depositar alguna
ayuda. Ante tanta catástrofe suscitada últimamente lo menos que podemos hacer
es quedarnos con los brazos cruzados. Aprendamos que: “honra a Dios quien se
apiada del necesitado” (v. 31b).
Tenemos que
demostrar que somos cristianos: “Amados hermanos, ¿de qué le sirve a uno decir
que tiene fe si no lo demuestra con sus acciones?... Como pueden ver, la fe por
sí sola no es suficiente. A menos que produzca buenas acciones, está muerta y
es inútil” (Santiago 2:14 y 17 NTV).
Por otro lado,
en esa misma Carta de Santiago se nos dice: “Escúchenme, amados hermanos. ¿No
eligió Dios a los pobres de este mundo para que sean ricos en fe? ¿No son ellos
los que heredarán el reino que Dios prometió a quienes lo aman?” (Santiago
2:5). Esto quiere decir que los pobres o necesitados también necesitan alimento
espiritual. Somos llamados a ir y compartirles el mensaje de salvación sin
distingos de ninguna naturaleza. Preguntémonos si estamos listos para obrar
conforme a lo que Dios nos manda. Los tiempos no son nada buenos y corre
apresuradamente. No nos hagamos los de la vista gorda: es tiempo de actuar.
Amado
Señor: bien sabemos que eres Tú quien pones el querer como el hacer para que se
cumpla tu buena voluntad. Te rogamos que nos des la capacidad de ir y buscar al
necesitado no solo de bienes materiales sino también espirituales y afectivos.
Enséñanos a marcar la diferencia con los del mundo. ¡Gracias bendito Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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