lunes, 12 de junio de 2017

Cómo orar por los hijos

Dale también a mi hijo Salomón un corazón íntegro, para que obedezca y ponga en práctica tus mandamientos, preceptos y leyes. 
1 Crónicas 29:19a.

Lectura: 1 Crónicas 29:10-20.  Versículo del día: 1 Crónicas 29:19a.

MEDITACIÓN DIARIA

Una madre nunca debe dejar de orar por sus hijitos. Es una tarea continua aun desde el tiempo de la gestación y así tengan todos los años que tengan, siempre deben estar presente en sus oraciones. Nuestros hijos al igual que todos, pasan por problemas y momentos difíciles en su vida. Cuando son pequeños los problemas son pequeños, pero a medida que van creciendo sus problemas van siendo mayores también.
Me gusta la manera como David empieza a orar aquí. Primero se dirige al Señor adorándolo y alabándolo de tal modo que reconoce su Majestad, poder y gloria (vv. 10-13).  Después se dirige a Él entendiendo muy bien cuál es su posición frente al ‘Gran Yo Soy’; el dueño de toda la riqueza del mundo (v. 16). Y con actitud humilde le dice también: “Yo sé, mi Dios, que tú pruebas los corazones y amas la rectitud. Por eso, con rectitud de corazón te he ofrecido voluntariamente todas estas cosas” (v. 17). Luego sí, a la vez que pide por el pueblo, intercede por su hijo: “Dale también a mi hijo Salomón un corazón íntegro, para que obedezca y ponga en práctica tus mandamientos, preceptos y leyes” (v. 19).  Considero que este ejemplo es bien a seguir puesto que nos enseña que el orar y clamarle al Señor no es solamente un momento de ‘pido y pido’. El Señor reclama nuestra absoluta devoción y atención y sabemos que el sacrificio de alabanza le agrada. Papá Dios es Papá ante todo y demanda que le honremos como se merece; le gusta como a cualquier ‘papá’ que lo adulemos y le digamos lo maravilloso que es. Igual tiene en cuenta nuestra actitud de humildad para acercarnos a su trono. Cuando ya estemos impregnados de todo lo que Él es y representa, es el momento de hacerle saber nuestras cargas y deseos por nuestros hijos o por el hijo que le estemos poniendo de presente.
Recordemos a Ana la madre de Samuel; Ella oraba angustiada y llorando amargamente. El Señor le concedió la petición de su corazón (1 Samuel 1:9-28). Estoy segura que Dios tiene muy en cuenta las lágrimas de una madre. Aprendamos a orar por nuestros hijos con corazón contrito y humillado que ese no lo despreciará nuestro Padre Celestial.

Bendito eres Dios de toda creación. Exaltamos tu Nombre y te damos toda la honra y gloria que mereces. Gracias por ser nuestro glorioso Papito y por permitirnos acercarnos a Ti ya que reconocemos que no somos nadie ni merecemos nada. Tú no solamente eres el dueño de todo el oro y la plata del mundo sino también de nuestras vidas y estas reposan en tus benditas manos. De manera especial hoy queremos poner a tus pies a nuestros hijitos. Tú conoces muy bien sus corazones y también sus anhelos y deseos. Llena todo vacío que haya en sus vidas; fortalécelos en tu Palabra y dales el sosiego y la paz que necesitan. Por encima de todo Padre amado, te rogamos que jamás se aparten de tu camino. Ilumina la senda que tienen que recorrer para llegar a la meta trazada por Ti. Al pedirte por ellos mi Señor, involucramos a las generaciones venideras para que desde ahora las estés guardando y preservando para tu reino. Nuestros hijos no son nuestros, son tuyos y te los entregamos con la certeza de que en tus brazos estarán más seguros. Gracias bendito Padre por escuchar nuestra plegaria.

Un abrazo y bendiciones,


Dora C.

2 comentarios:

Verónica de Velásquez dijo...

Gracias por compartir tan bellos devocionales

Dora C. dijo...

La gloria sea para nuestro Amado Señor. Gracias Verónica. Bendiciones en tu vida.