Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: ―Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Hechos 9:4.
Lectura: Hechos
9:1-31. Versículo del día: Hechos 9:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Puedo leer y leer sobre
la conversión de Saulo y no deja de maravillarme. La verdad, a veces le digo al
Señor que me hable como lo hizo con sus apóstoles: con voz audible. Esto no
quiere decir que no me habla; en su Palabra lo hace constantemente, y diría sin
temor a equivocarme que en dos momentos de mi vida lo he tenido demasiado
cerca, pero sería extraordinario escuchar directamente su voz.
¡Cuántas cosas
encierran esa conversión! Es ahí donde nos damos cuenta cómo el Señor no
solamente es misericordioso sino que utiliza a quien quiere. A Saulo lo esperó
incluso hasta después del sacrificio de Esteban donde Saulo estaba presente
aprobándolo (Hechos 8:1) y leemos que él iba precisamente a Damasco con el
propósito de apresar a quienes hablaran del Señor Jesús (vv. 1-2 en la lectura).
Siendo Saulo un hombre inteligente, estudioso de la ley y un erudito dentro de
los judíos, el Señor lo toma para sí y lo baja de esa nube en la que se
encontraba. Una manera bien fuerte de aprender humildad. Debió ser tan radical
su conversión que ni por un momento dudó del mandato cuando el Señor Jesús se
le manifestó (vv. 8-9).
Escuchamos en el mundo
frases como: “esto no tiene perdón de Dios” o “cómo puede decir que se
convirtió después de matar y de secuestrar a tantos; eso es mentira”. Pero Dios
espera por todos los hombres, deseando que lleguen al arrepentimiento (2 Pedro
3:9). Definitivamente los planes de Dios no son los nuestros y este es el
testimonio más claro para entender la soberanía, la misericordia y el amor de
Dios.
Amado Señor: Si no
fuera por la obra maravillosa que hiciste con Pablo no estaríamos aquí los
cristianos gentiles. Gracias porque a través de éste hombre nos has dejado el
legado de las Buenas Nuevas de tu Reino. Gracias por lo que nos enseñas también
con esa conversión. No permitas que despreciemos a nadie por considerarlo nosotros
no apto para Ti. Solamente Tú Señor eres el único que salvas y el único que
juzgas.
Un abrazo y
bendiciones.
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