Esto explica por qué el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se convierten en uno solo.
Génesis 2:24.
Lectura: Génesis 2:4-25. Versículo del día: Génesis 2:24.
MEDITACIÓN DIARIA
Dios puso al hombre en
el Edén para que se ocupara de él y lo cuidara. No le pareció bien que
estuviera solo: formó todo animal y toda
ave y le dio la tarea de ponerle nombre y Adán así lo obedeció. Sin embargo
Adán no encontró en ninguno su ayuda adecuada. Entonces el Señor hizo caer a
Adán en un profundo sueño y de una de sus costillas formó a la mujer. Adán
quedó muy contento porque eso sí era: hueso de sus huesos y carne de su carne
(vv. 15 y 18-23). “Esto explica por qué
el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su esposa, y los dos se
convierten en uno solo” (v. 24). Toda pareja (hombre-mujer), que piense en
casarse debe tener muy claro este concepto porque abarca más allá de lo que nos
imaginamos. La verdad, yo lo aprendí ayer. Lo mejor en un hogar es la armonía
que exista en la convivencia familiar. Es bueno y agradable. Es como el buen
aceite que va descendiendo desde la cabeza y va recorriendo todo el cuerpo. El
aceite de la unción del Espíritu Santo se manifestará en toda esa casa con bendición
y vida eterna (Salmo 133:1-3). Eso es en lo que atañe al núcleo familiar en sí.
Pero el Señor dijo que el hombre y la mujer serían uno solo; es algo que en
muchos hogares no se entiende y por lo cual hay graves problemas: si bien el
Señor dijo que por esto dejará el hombre a su padre y a su madre no quiere
decir que haya una mala relación entre suegros-yernos-nueras; al contrario, es
ahí donde está el meollo del asunto. Si los dos son uno solo, quiere decir que
yo como esposa acepto a mis suegros como mis padres también porque son los
padres de mi esposo y los dos somos uno; y a su vez como suegra, acepto a mi
nuera o yerno como mis hijos porque tengo que entender que él es uno solo con
su esposa o ella con su esposo, igual le corresponde al hombre. Así que decir
nos casamos y adiós familia no es cierto y todas las parejas deberían casarse
con esta convicción. Los padres tanto del uno como del otro entran a formar
parte importante en esa nueva familia que está comenzando.
Aprendamos la lección y
fomentemos la cordialidad, armonía y fraternidad de acuerdo a las normas de
Dios para que vayamos quitando especialmente la imagen de ‘malas suegras’ que
rueda en los dichos y en los chistes por doquier.
Bendito Dios: Hiciste el
matrimonio tan perfecto como toda tu misma creación. Enséñanos a ser personas
que aportemos siempre unión familiar en vez de división. Que entendamos lo que
es una cabeza para permitir que el aceite de tu Espíritu inunde nuestros
hogares de tal manera, que el ser uno solo con nuestro cónyuge redunde en
armonía y paz familiar. ¡Gracias buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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