Pedro tomó la palabra, y dijo: ―Ahora comprendo que en realidad para Dios no hay favoritismos, sino que en toda nación él ve con agrado a los que le temen y actúan con justicia.
Hechos 10:34-35.
Lectura: Hechos
10:1-48. Versículos del día: Hechos
10:34-35.
MEDITACIÓN DIARIA
Un Centurión romano
llamado Cornelio y temeroso de Dios, tuvo una visión donde el ángel de Dios le
decía que mandara a buscar a Pedro. Pedro por su parte también tuvo otra visión
porque él pensaba que Jesús de Nazaret solamente había venido a rescatar al
pueblo judío y que el juntarse con extranjeros lo hacía impuro a los ojos de
Dios. La visión que tuvo le enseñó a no discriminar a nadie (vv. 9-16). Ante
esto, Cornelio invitó a su casa a parientes y amigos para que escucharan
también lo que Pedro tenía que decirles (v. 24). La misericordia de Dios no es
limitada; su amor está abierto para todo el que desee recibirlo, ni siquiera se
fija qué tan pecadores hemos sido (Romanos 5:8), le interesa nuestra actitud. El
Señor mira el corazón de quien lo busca sinceramente y empieza a hacer su obra.
Por eso hay que buscar al Señor mientras se pueda hallar y ¡cuántos están
esperando que llegue un Pedro a darles las Buenas Nuevas! Estamos en el periodo
de la gracia y no hay que desaprovechar ninguna ocasión para hablar del
Salvador del mundo.
Pedro nos enseña
claramente cuál fue su tarea y propósito al ir a visitar a Cornelio: les
resumió quién fue Jesús y su misión en la tierra (vv. 36-42), hasta llevarlos
al punto clave: “De él dan testimonio todos los profetas, que todo el que cree
en él recibe, por medio de su nombre, el perdón de los pecados” (v. 43). Así
que todos los reunidos allí recibieron el don del Espíritu Santo y fueron bautizados
(vv. 44-48). Dios no hace acepción de personas porque su Hijo Jesucristo vino a
morir por toda la humanidad. Conviértete en un Pedro: no discriminemos a nadie
quitándole la oportunidad de conocer a Jesús como su Salvador.
Amado Señor Jesús:
Gracias por venir a morir en nuestro lugar y recibir la vida eterna Contigo.
Gracias por enseñarnos a mirar con bondad y misericordia a extranjeros,
jóvenes, viejos, blancos, negros, ricos o pobres, y saber que por igual a sucios
y polvorientos como a letrados y con corbata, te necesitan con urgencia. Danos
el denuedo como Pedro para ir y darles el mensaje de salvación. Gracias bendito
Señor.
Un abrazo y
bendiciones.
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