viernes, 16 de junio de 2017

Hemos sido consolados para aprender a consolar

quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que, con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren. 
2 Corintios 1:4.

Lectura: 2 Corintios 1:3-11.  Versículo del día: 2 Corintios 1:4.

MEDITACIÓN DIARIA

Cuando estamos en la prueba, en la aflicción o angustia, quizá solo pensamos en nuestro dolor. No nos damos cuenta que Dios también está en medio de él y que detrás de toda esa nube oscura se encierra un propósito divino. He conocido casos de personas al borde de la muerte con una enfermedad terminal, pero con un corazón completamente volcado hacia el Señor. El Señor ha hecho el milagro en sus vidas y ahora muchas se dedican a llevar la Palabra de Dios a quienes padecen lo mismo que ellas padecieron. Es fácil consolar cuando hemos sido consolados. Esto por decir en el campo físico de la salud; pero igual el Señor se manifiesta en el área emocional, financiera o espiritual.
Creo que el dolor al final de las luchas cuando nos disponemos,  se convierte en un aliado para el cristiano porque entre más dolor, más fe, más esperanza, más fortaleza y más quebrantamiento. El Señor se llevó a cuestas todas nuestras cargas y dolores en esa cruenta cruz; pero, ¡Gloria a Dios que se levantó y vive para siempre! Después de la oscuridad viene la luz; después del lamento el baile y después de turbulentas aguas, un manantial claro y majestuoso en cascadas desbordantes.
Hagamos del dolor la parte que Dios nos pone para afianzarnos en la fe que a veces es débil y flaquea. Miremos la tribulación no como una afrenta o castigo; más bien mirémosla con ojos de esperanza y gratitud porque eso quiere decir que somos especiales para nuestro Papito Dios y que Él como buen Padre sabe disciplinarnos y hacia dónde conducirnos.

Dios nuestro: Gracias porque cuando has permitido que lleguen los problemas has sabido lo que tienes que pulir en este molde para glorificarte en medio del dolor. Gracias por cada lección dada y por el aprendizaje en cada golpe. Gracias por el consuelo recibido de tu parte porque ahora podemos ofrecerlo a otros.

Un abrazo y bendiciones.

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