Durante el reinado de Abías, Jeroboán no pudo recuperar su poderío. Al final, el Señor lo hirió, y Jeroboán murió.
2 Crónicas 13:20.
Lectura: 2 Crónicas
13:1-22. Versículos del día: 2Crónicas 13:20-21.
MEDITACIÓN DIARIA
Es claro que después de
David ningún rey fue fiel con el Señor. La separación del reino que
precisamente ocurrió por causa de la desobediencia de Salomón al seguir a otros
dioses, dejó un sinsabor para todas las tribus. El rey Abías de Judá
queriendo recuperar parte del territorio perdido, subió al monte Zemarayin en
la sierra de Efraín para gritarles que no pelearan contra ellos porque era como
pelear contra el Señor (vv. 4-12). Sin embargo, la guerra apareció y los
israelitas la perdieron. Abías había clamado al Señor y Dios los escuchó dándoles
la victoria a los de Judá y permitiéndole recuperar las ciudades de Betel,
Jesaná y Efraín con sus respectivas aldeas (vv. 14-20).
Todo lo anterior nos
demuestra hasta dónde pueden llegar las consecuencias de conocer al Señor y
serle infiel. No podemos decir que somos cristianos y seguir pecando
deliberadamente. Nuestro Dios nos exige completa adoración a Él sin desviarnos
lo más mínimo. A veces creemos que hay pecados pequeños y no es así. Hay que
dejar atrás toda práctica de horóscopos, adivinación, brujería y espiritismo,
como también toda mentira, vanagloria y orgullo. Dios quiere que lo adoremos
como nos lo enseñó Jesús: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda
tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30). Esto no fue
más que un recordatorio porque el Señor ya lo había ordenado desde el Antiguo
Testamento (Deuteronomio 6:5), y ahora vale la pena recordarlo a toda su Iglesia,
porque fácilmente se desvía del camino y se deja llevar hasta ingenuamente, para
adorar a otros dioses.
Amado Dios: queremos
serte siempre fiel. No permitas que el mundo y sus atracciones nos desvíen de
la fe que poseemos en Ti. Confesamos, declaramos y proclamamos que eres el
Único Dios Santo y Verdadero; que anhelamos amarte con todas nuestras fuerzas;
con corazón, alma y mente dispuestos a obedecerte y a seguir tus preceptos.
Danos a través de tu Santo Espíritu la fortaleza que necesitamos con el temor
reverente hacia Ti. ¡Gracias buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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