Los santos mensajeros han anunciado la decisión, es decir, el veredicto, para que todos los vivientes reconozcan que el Dios Altísimo es el soberano de todos los reinos humanos, y que se los entrega a quien él quiere, y hasta pone sobre ellos al más humilde de los hombres.
Daniel 4:17.
Lectura: Daniel
4:1-37. Versículo del día: Daniel 4:17.
MEDITACIÓN DIARIA
El profeta Daniel es
usado por Dios para que le revele al rey lo que pasará con su vida y su reinado
(vv. 24-26), y le da un consejo: “Por lo tanto, yo le ruego a Su Majestad
aceptar el consejo que le voy a dar: Renuncie usted a sus pecados y actúe con
justicia; renuncie a su maldad y sea bondadoso con los oprimidos. Tal vez
entonces su prosperidad vuelva a ser la de antes” (v. 27). Un tiempo después,
Nabucodonosor en vez de haber aceptado el consejo de Daniel, se ufanó de su
reino y poderío e inmediatamente Dios le quitó la autoridad real y lo apartó de
la gente para que viviera entre animales y se alimentara de hierba como el
ganado. Todo sucedió tal como Daniel se lo había profetizado (vv. 28-33),
hasta que se humilló y reconoció que era el Señor quien lo tenía como rey: “Pasado
ese tiempo yo, Nabucodonosor, elevé los ojos al cielo, y recobré el juicio.
Entonces alabé al Altísimo; honré y glorifiqué al que vive para siempre: Su
dominio es eterno; su reino permanece para siempre. Ninguno de los pueblos de
la tierra merece ser tomado en cuenta. Dios hace lo que quiere con los poderes
celestiales y con los pueblos de la tierra. No hay quien se oponga a su poder
ni quien le pida cuentas de sus actos” (vv. 34-35).
A través de esta
lectura aprendemos que debemos orar por todas las autoridades, porque todas son
impuestas por Dios. Él da el poder a quien quiere y no se restringe en colocar
también a los humildes. Y entender nosotros también que el único que merece
exaltación y honor es el Señor. No somos nada ni nadie por más pergaminos y
distinciones que se tengan. La sabiduría y el conocimiento vienen de Dios y a
Dios debemos devolvérselos con nuestra alabanza y adoración hacia Él. “Por eso
yo, Nabucodonosor, alabo, exalto y glorifico al Rey del cielo, porque siempre
procede con rectitud y justicia, y es capaz de humillar a los soberbios” (v.
37).
Amado Dios Señor
Omnipotente y Soberano: En verdad tus juicios son insondables e impenetrables
tus caminos como lo decía Pablo. Tú eres el dueño de nuestras vidas y quien das
el poder y la riqueza. Enséñanos a entender que toda autoridad procede de Ti y
por consiguiente orar por ellas así no nos guste. Gracias te doy por los
mandatarios y personas en cargos prominentes para dirigir los destinos de
nuestros países. También te doy gracias por quien vaya a ocupar el cargo de
presidente en Estados Unidos. Sabemos que tienes el control de los
acontecimientos tal como lo has dicho en tu Palabra y esta se cumplirá al pie
de la letra. Gracias buen Dios. ¡Te alabamos y glorificamos porque eres el Rey
celestial!
Un abrazo y
bendiciones.
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