A pesar de sus riquezas, no perduran los mortales; al igual que las bestias, perecen.
Salmo 49:12.
Lectura: Salmo
49:1-20. Versículo del día: Salmo 49:12.
MEDITACIÓN DIARIA
La vida no se compra;
está a disposición de Dios quien es el Dueño absoluto de todos los humanos. “Nadie
puede salvar a nadie, ni pagarle a Dios rescate por la vida. Tal rescate es muy
costoso; ningún pago es suficiente” (vv. 7-8). Definitivamente las glorias de
este mundo no sirven para nada, o sirven solamente para eso: servir al mundo.
Considero que hay dos
cosas que las personas ven como normales sin percatarse de lo que son en
realidad: una es el creer que nunca van a envejecer y la otra el confiar
también en su poderío y riqueza sin tener en cuenta que su vida es un soplo
nada más. ¡Ambas son solamente una ilusión! “Tal es el destino de los que
confían en sí mismos; el final de los que se envanecen. Como ovejas, están
destinados al sepulcro; hacia allá los conduce la muerte. Sus cuerpos se
pudrirán en el sepulcro, lejos de sus mansiones suntuosas” (vv. 13-14). Así que
no hay que desanimarnos ni asombrarnos y mucho menos envidiarlos. Si nosotros
tenemos al Rey de Reyes en nuestros corazones, poseemos la más grande riqueza y
nadie nos la puede arrebatar “Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la
vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los
poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación, podrá
apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor”
(Romanos 8:38-39). ¡Gloria a Dios! Y es que por nosotros si hubo alguien que sí
pagó nuestro rescate para no dejarnos ir al infierno: ¡Cristo Jesús! Igual que
el Salmista podemos decir: “Pero Dios me rescatará de las garras del sepulcro y
con él me llevará” (v. 15 en la lectura).
Amado Señor: Gracias
por tu Palabra y lo que nos enseñas. Permite que antes de codiciar o
asombrarnos por los poderosos y millonarios, sintamos compasión por ellos, y
más bien hagamos lo posible porque te conozcan y alcancen la salvación. ¡Te
pedimos misericordia Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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