Dios es nuestro amparo
y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.
Salmo 46:1.
Lectura: Salmo 46:1-11.
Versículo del día: Salmo 46:1.
MEDITACIÓN DIARIA
¿Será que la fe si nos
alcanza para decir como el Salmista, que confiaremos en el Señor porque Él es
nuestro refugio y fortaleza? Quizá ante las pequeñas vicisitudes, sí. Pero si
vemos por ejemplo, un terremoto que acaba con viviendas e infraestructura; o si
es un huracán que pasa arrasando todo lo que encuentra en su camino (vv. 2-3).
¿La fe que tenemos es consistente para pasar la prueba? No necesitamos que sea
abundante, puede ser mínima pero sólida. El Señor dijo que si fuera al menos
como un grano de mostaza, podríamos decirle al monte que se corriera y este se
correría (Mateo 17:20). Creo que en estos casos, es cuando de verdad ponemos a
funcionar nuestra fe. “El Señor Todopoderoso está con nosotros; nuestro refugio
es el Dios de Jacob” (v. 7).
Los que vivimos la
zozobra del Huracán Mathew, pudimos constatar su potestad después de ver la
destrucción en los países antillanos: “Vengan y vean los portentos del Señor; él
ha traído desolación sobre la tierra” (v. 8). Sin embargo, no había nada más
que hacer, sino esperar y confiar en su misericordia. ¿Quién le reclama? Él es
Soberano. Fue un: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios. ¡Yo seré
exaltado entre las naciones! ¡Yo seré enaltecido en la tierra!” (v. 10). Así
sucedió; Mathew recibió la orden divina de desviarse un poco hacia la derecha y
la parte de la Florida por la que más se temía sufriría gravísimas
consecuencias, no sufrió el menor daño. ¡Gloria a Dios! Ese “Quédense quietos”
es decirnos: ‘ustedes no pueden hacer nada. Oren y reconozcan que yo soy Dios’.
¡Gloria a Ti bendito Señor!
Amado Dios: Todo el
universo está bajo tu control. Reconocemos que eres el Dios de la tierra, de
los mares y del firmamento completo. Tu poderío es inmenso y sin embargo las
tempestades y vientos te obedecen porque saben exactamente quién eres. Aumenta
nuestra fe Señor para que aun en tormentas y desiertos te dejemos actuar y
veamos tu mano prodigiosa amparándonos y fortaleciéndonos. ¡Te amamos buen
Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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