Gritaba a gran voz: Teman a Dios y denle gloria, porque ha llegado la hora de su juicio. Adoren al que hizo el cielo, la tierra, el mar y los manantiales.
Apocalipsis 14:7.
Lectura: Apocalipsis
14:6-13. Versículo del día: Apocalipsis 14:7.
MEDITACIÓN DIARIA
Quien gritaba a gran voz era el ángel llevaba el evangelio para anunciarlo a toda la tierra: toda
persona sin importar la nación, la raza, la lengua o pueblo escuchará el
mensaje (v. 6), de manera que nadie tendrá excusa. El mismo Señor Jesucristo lo
dijo a sus discípulos: “Y este evangelio del reino se predicará en todo el
mundo como testimonio a todas las naciones, y entonces vendrá el fin” (Mateo
24:14). Creo que nosotros estamos dentro del rango de los que hemos escuchado
las buenas nuevas del Señor Jesucristo y es nuestro deber no solamente temer a
Dios y darle gloria, sino también compartirlas.
“Ahora bien, ¿cómo
invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no
han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser
enviado? Así está escrito: ¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas
nuevas!”; “Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron? ¡Claro que sí! Por toda la tierra
se difundió su voz, ¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!”
(Romanos 10:14-15 y 18). Si no somos nosotros, será otros; pero recordemos que
el Señor nos va a pedir cuentas.
Me estremezco cada vez
que el Señor me habla de lo mismo y de la responsabilidad que tengo de llevar el mensaje de salvación porque soy
llamada a cumplir la Gran Comisión. Y esto no es solo para mí; es para todos
los que nos consideramos discípulos de Jesús. Nos corresponde llevar a otros al
evangelio, para que también ellos teman a Dios y le den la gloria que merece. Que
ese sea nuestro verdadero sentir.
Amado Señor: No quiero
ser una más dentro de tu Iglesia; deseo que me des el denuedo para hablar de Ti
como cuando te conocí. Pon en mi corazón tanto el querer como el hacer y que
sienta compasión por las almas perdidas. También te ruego que ese sea el sentir
de los que dicen ser tus discípulos.
¡Gracias por lo que harás en cada uno de nosotros! ¡La gloria es para Ti!
Un abrazo y
bendiciones.
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