Deléitate en el Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. Salmo 37:4-5.
Lectura: Salmo
37:1-35. Versículo del día: Salmo 37:4.
MEDITACIÓN DIARIA
Podemos preguntarnos: ¿qué significa deleitarnos en el Señor? Para entenderlo busquemos quizá la
relación de dos enamorados: siempre quieren estar juntos; desean que llegue el
momento de su encuentro; se aman, se respetan, se profesan ese amor con
palabras amorosas; no se le quiere irritar. Creo que eso y mucho más merece nuestro
Amado Señor y eso es lo que debemos hacer. Deleitarnos en su amor: “Me encanta
sentarme a su sombra; dulce a mi paladar
es su fruto” (Cantares 2:3b). Y el hombre que lo busca: “en la ley del Señor se
deleita, y día y noche medita en ella. Es como el árbol plantado a la orilla de
un río que, cuando llega su tiempo, da fruto” (Salmo 1:2-3). Definitivamente
deleitarnos en el Señor es empaparnos de su Palabra para cumplir su voluntad.
Su voluntad que es buena, agradable y perfecta. Voluntad que nos lleva a amar
al prójimo aun si es un enemigo sin pedir nada a cambio (Lucas 6:35); a no
juzgar ni a condenar; a perdonar, a dar medida llena y rebosante (Lucas
6:37-38).
Busquemos al Señor,
tengámosle un asiento en nuestro corazón para que se siente a hablarnos y
escuchemos también sus dulces palabras. Aprendamos a deleitarnos en su amor. Hablemos
con Él, riamos con Él, lloremos con Él. Es el amor verdadero que nunca cambia
ni nos dejará abandonados. Y como el Señor no se queda con nada guardado, seguro
que concederá los deseos de nuestro corazón porque es su promesa; es lo que Él
nos retribuye como contraparte de ese amor ofrecido.
Amado Señor: Para saber
en verdad como eres, tenemos que buscarte, desearte y degustarte más que a
cualquier otra cosa porque tus palabras son más dulces que la miel. Enamóranos
de Ti Señor para que cada día, sea Contigo un caminar plácido en donde te
veamos y encontremos en el aire que respiramos y en el olor de las fragantes
flores. Para que al pasar junto a los demás, ellos noten el aroma tuyo brotando
en nuestro ser. ¡Gracias buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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