El hijo honra a su padre y el siervo a su señor. Ahora bien, si soy padre, ¿dónde está el honor que merezco? Y si soy señor, ¿dónde está el respeto que se me debe? Yo, el Señor Todopoderoso, les pregunto a ustedes, sacerdotes que desprecian mi nombre.
Malaquías 1:6.
Lectura: Malaquías
1:6-14. Versículo del día: Malaquías
1:6.
MEDITACIÓN DIARIA
Duras preguntas hace el
Señor. Y es verdad. Decimos que es nuestro Dios y no le damos el honor que
merece. ¿Cómo se trata a un presidente, un rey o simplemente a un jefe?
Seguramente muchísimo mejor que como tratamos a Dios. Él que es el Rey del
universo, el Señor de señores, lo miramos, o bien como alguien muy lejano, o
cercano diríamos los cristianos, pero sin respeto alguno. A través de la
lectura vemos que el Señor se queja de las ofrendas que el pueblo le hace:
animales ciegos, cojos o enfermos. “¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su
gobernante? ¿Creen que estaría él contento con ustedes? ¿Se ganarían su favor?
—dice el Señor Todopoderoso—” (v. 8).
Así que cuando le ofrezcamos al Señor algo, que sea lo mejor y cumplámosle
lo prometido porque de lo contrario seremos tramposos y miremos su palabra: “¡Maldito
sea el tramposo que, teniendo un macho aceptable en su rebaño, se lo dedica al
Señor y luego le ofrece un animal mutilado! Porque yo soy el gran rey —dice el
Señor Todopoderoso—, y temido es mi nombre entre las naciones” (v. 14). Por eso
es mejor no prometer, que prometer y no cumplir.
Esto puede complementar
el devocional anterior sobre el dar. Es tan profunda la lectura que de aquí
tenemos que aprender lo indispensable que es ofrecer siempre lo mejor: a Dios
porque es el Amo, el Rey supremo, el Gran Yo Soy; y al prójimo porque es como
si se lo estuviéramos dando al mismo Señor y tampoco le va a gustar que
ofrezcamos lo que está roto, viejo o inservible.
Amado Señor: Te pedimos
perdón porque quizá muchas veces hemos obrado sin tener en cuenta que Tú
mereces toda nuestra atención y adoración en todos los campos. Especialmente,
enséñanos a ofrecerte siempre lo mejor de lo mejor. A tenerte de verdad como
nuestro gran Rey y Señor y saber que eres digno de toda honra, gloria y honor.
De paso también Señor, te rogamos que pongas en nuestro corazón ser dadivosos
con el prójimo ofreciendo de igual manera lo mejor. ¡Gracias por la lección
buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario