Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor.
Apocalipsis 2:4.
Lectura: Apocalipsis
2:1-7. Versículo del día: Apocalipsis
2:4.
MEDITACIÓN DIARIA
“Haz abandonado tu
primer amor”. Esto es lo que el Señor le dice a la Iglesia de Éfeso, y creo que
son palabras de exhortación para todos los cristianos. Recordemos cómo fue la
experiencia con el primer amor que tuvimos. La experiencia del primer amor es
muy bonita porque diría que en la mayoría de casos fue sencilla, ingenua,
sincera. Se reflejaba en los ojos, en las palabras pronunciadas, en las
acciones y hasta en el modo de vestir.
Cuando conocimos al
Señor y le entregamos nuestro corazón, muy seguramente sucedió algo parecido. Por lo
menos en mi caso: hablaba y hablaba de Él a amigos, conocidos, familiares; aun
sin prejuicios de ninguna clase, sin temor ni vergüenza lo hacía con
desconocidos. Me sentía volar por las nubes; soñaba con el Señor, con su
regreso. Le compuse una poesía, esperando su regreso también. Escribía en mucha
partes personales la frase de ‘ven Señor Jesús’. En fin, estaba super-enamorada
de mi Señor. Sin embargo el tiempo, las circunstancias y las dificultades
fueron apagando ese ‘primer amor’. Siempre lo he asimilado con los niños; los
niños van hablando todas sus cosas ingenuamente y con sinceridad, pero a medida
que van creciendo se van volviendo más reservados. A veces lo llamamos
prudencia y a veces le decimos introversión. Con razón el Señor nos pide que
seamos como ellos: “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan
como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla
como este niño será el más grande en el reino de los cielos” (Mateo 18:3-4).
Los tiempos son duros. Reflexionemos
sobre lo anterior y volvámonos al primer amor con nuestro Amado. Es el único
que no cambia y siempre está dispuesto a escucharnos y tendernos sus amorosos
brazos.
Señor nuestro: en
verdad te hemos olvidado. Decimos que eres el primero pero en general siempre
anteponemos a alguien o algo que te destrona. Si no es mucho pedirte buen
Señor, vuélvenos a conquistar, permite que nos dejemos elevar con tu Santo
Espíritu y volvamos a sentir tu gloria y majestad como cuando te conocimos.
Gracias por tu amor inmutable. Perdona nuestra ingratitud y vuélcanos en la
llama preciosa de tu amor.
Un abrazo y
bendiciones.
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