Busquen al Señor, todos los humildes de la tierra, los que han puesto en práctica sus normas. Busquen la justicia, busquen la humildad.
Sofonías 2:3a.
Lectura: Sofonías
2:1-3. Versículo del día: Sofonías 2:3a.
MEDITACIÓN DIARIA
La Biblia continuamente
nos hace un llamado a buscar al Señor; a buscarle mientras pueda ser hallado (Isaías
55:6). Y para buscarle se necesita humildad; reconocer que no somos nada y Él
lo es Todo. Reconocer nuestra incapacidad y atesorar su poder. Hay que buscarlo
como Señor, Salvador, Camino, Verdad, Vida, Roca, Escondite, Protector,
Refugio, Libertador, Médico, Abogado y aún porque también es nuestro
Sustentador: “Comerán los pobres y se saciarán; alabarán al Señor quienes lo
buscan” (Salmo 22:26). No hay que confundir la humildad con la pobreza.
Personalmente he conocido personas muy pobres pero altamente orgullosas. El
Señor dice que los humildes heredarán la tierra (Mateo 5:5); Igual dice que
“Dichosos los pobres de espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece”
(Mateo 5:3). Personalmente considero que estos pobres de espíritu son los que
no tienen nada a qué aferrarse que les haga desviarse del camino; por lo tanto
tienen un corazón dispuesto para Dios, deseosos de lo que Él pueda hacer en sus
vidas para llenarlos totalmente. Tienen hambre y sed de justicia y humildemente
se disponen a aprender y a acatar sus órdenes sin darle vueltas a los mandatos
o discutir por ellos.
Creo que a los
cristianos nos falta mucha humildad; especialmente a los occidentales. Tal vez
en oriente, según mi parecer son más dóciles. Son verdaderamente pobres de
espíritu. Buscan a Dios humildemente y quizá por las dificultades y lo que les ha costado su cristianismo, son
auténticos en su fe.
Aprendamos a buscar al
Señor con humildad y corazón dispuesto a obedecerle.
Amado Señor: Deseamos
buscarte en cada momento de nuestra vida. Aprender a encontrarte en el agua que
corre por los manantiales, en la flor que amanece con el rocío de la mañana, en
las montañas que albergan a las aves que cruzan tus cielos. En los peces que
nadan en los mares y las bestias que rodean la tierra. Señor, que seamos
sensibles a lo que eres Tú. Danos humildad para reconocerte en cada situación
por buena o mala que nos parezca y que allí en medio del éxito o de la
adversidad, sepamos que estás ahí. ¡Gracias buen Dios!
Un abrazo y
bendiciones.
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