viernes, 28 de octubre de 2016

Tu amor y fidelidad jamás se agotan

Porque en ti está la fuente de la vida, y en tu luz podemos ver la luz. 
Salmo 36:9.

Lectura: Salmo 36:1-12.  Versículo del día: Salmo 36:9.

MEDITACIÓN DIARIA

La lectura del día nos habla del amor tan inmenso de Dios: “Tu amor, Señor, llega hasta los cielos; tu fidelidad alcanza las nubes”; “¡cuán precioso, oh Dios, es tu gran amor! Todo ser humano halla refugio a la sombra de tus alas. Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a beber de tu río de deleites” (vv. 5 y 7-8); es un amor tan grande que en él cabe el refugio, la comida y la bebida; hasta la risa y la tristeza hacen parte de su amor. Y es que todo esto lo tenemos en Jesús. Sí, el Señor es la fuente que brota agua de vida. Él es la vida misma. “En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad. Esta luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no han podido extinguirla” (Juan 1:4-5).
En general el hombre no sabe o no aprecia a Jesús de Nazaret. Tal vez muchos ni lo conocen; otros de oídas saben su nombre y para otros tantos, Él, el dueño y dador de la vida le es completamente indiferente. A ellos no les importa hacer el mal y aún en su lecho lo están tramando. La maldad la llevan en su corazón; estos no tienen temor de Dios (vv. 1-4).
Así que si nosotros pertenecemos al otro bando tenemos que gozar de todas sus ricas bendiciones encerradas en su eterno amor y no dejarnos desviar por el orgullo o por la mano del impío (v. 11). Más bien en cada nuevo despertar démosle gracias al Señor de nuestra vida que nos ha regalado su luz para que aprendamos a vivir y movernos, así veamos oscuridad.

Amado Jesús: Tú eres la luz verdadera que ilumina nuestro andar. Gracias porque en Ti está la vida y esa vida has venido a regalárnosla sin merecerla. Señor, queremos siempre caminar cogidos de tu mano. Gracias porque tu amor inmenso nos cubre y resguarda para apartarnos del mal y no desviarnos. Gracias porque cuando abrimos los ojos en la mañana ahí estás presente. Tu amor y fidelidad jamás se agotan. ¡Te amamos Señor! ¡Gloria y honor sean por siempre para Ti!

Un abrazo y bendiciones.

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