viernes, 21 de octubre de 2016

Palabas que edifiquen y apacigüen para hacer el bien

El que quiera amar la vida y gozar de días felices, que refrene su lengua de hablar el mal  y sus labios de proferir engaños; que se aparte del mal y haga el bien; que busque la paz y la siga. 
Salmo 34:12-14.

Lectura: Salmo 34:1-22.  Versículos del día: Salmo 34:12-14.

Para mí los tres versículos del día están enlazados entre sí. Miremos lo que nos dice el Señor aquí en este Salmo: ¿queremos ver la vida de otra manera y gozar de días felices? Entonces manos a la obra. La lengua, la lengua que no le gusta estarse quieta, pero hay que frenarla. Recordemos que en ella hay poder de vida o de muerte. Con ella alabamos a Dios y bendecimos a muchos, pero también calumniamos, mentimos, juzgamos, acusamos, engañamos (Santiago 3:9-10). La lengua como lo enseña Santiago es un miembro pequeño del cuerpo pero hace alarde de grandes hazañas (Santiago 3:5). Lo triste es que estas hazañas no son positivas. Destruyen y dañan por completo a una persona. Los cristianos debemos marcar la diferencia al controlar nuestras palabras. No ufanarnos de lo que podemos hacer con ella si nos lo proponemos; antes más bien, buscar la manera de nunca tener que herir a nadie por causa de lo que les proferimos. Entonces viene lo segundo: apartarnos del mal para alcanzar el bien. Si sabemos que vamos por mal camino porque somos hirientes, satíricos, mentirosos y engañadores o amantes del chisme, entonces alejémonos de ahí y empecemos nuevamente por la senda correcta. Igual también podemos ser pacificadores en vez de promulgar más el fuego. Por ejemplo, si sabemos que la blanda respuesta aplaca la ira (Proverbios 15:1.), entonces, frenemos la lengua y busquemos apaciguar los ánimos en vez de caldearlos. Esto también es buscar la paz y seguirla.
Es una tarea aparentemente difícil de alcanzar pero que si la ponemos en práctica poco a poco nos iremos acostumbrando a dominar los labios y usarlos solamente para hacer el bien. Bendigamos, exaltemos, animemos. Que nuestros labios construyan paz y no guerra.

Amado Señor: Gracias porque cada día nos regalas nuevas enseñanzas. Gracias por hacernos entender el buen manejo de las palabras para buscar siempre el bien y para edificar nuestras relaciones en completa paz. ¡Bendito eres Señor!

Un abrazo y bendiciones.   

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