lunes, 17 de octubre de 2016

Ante todo aprendamos a adorarlo como lo merece

Esperamos confiados en el Señor; él es nuestro socorro y nuestro escudo. 
Salmo 33:20.

Lectura: Salmo 33:1-22.  Versículo del día: Salmo 33:20

MEDITACIÓN DIARIA

Este Salmo comienza así: “Canten al Señor con alegría, ustedes los justos; es propio de los íntegros alabar al Señor. Alaben al Señor al son del arpa; entonen alabanzas con el decacordio. Cántenle una canción nueva; toquen con destreza, y den voces de alegría” (vv. 1-3). Y termina con la plena confianza en que el Señor actuará, lo cual nos llenará de gozo. Es nuestro socorro y nuestro escudo (vv. 20-22).
“El Señor frustra los planes de las naciones; desbarata los designios de los pueblos. Pero los planes del Señor quedan firmes para siempre; los designios de su mente son eternos” (vv 10-11). Los planes de las naciones fallan, al igual que fallan los nuestros cuando no tenemos la mirada puesto en el autor y consumador de nuestra fe. Sin embargo, cuando el Señor tiene un propósito en nosotros este se cumplirá porque son designios firmes que perdurarán por siempre.
Analizando todo el Salmo podemos concluir que Dios es grande y soberano; y aunque tengamos  muchos tropiezos en nuestra vida cristiana, no podemos enfrascarnos en los problemas. Dios quiere que ante todo sepamos reverenciarlo y adorarlo como lo merece. Y bueno, hace mucho tiempo leí un libro que hablaba de la alabanza a Dios y de cómo se manifestaba grandemente cuando en vez de llenarlo con nuestras quejas y reclamos, nos damos a la tarea más bien de exaltarlo y honrarlo por ser Él, quién es. Además de eso, es quien sabe exactamente por dónde guiarnos y hacia dónde quiere que lleguemos. Sus planes son firmes para siempre, y así demos miles de tumbos, su propósito se llevará a cabo. Aprendamos primero a adorarlo como lo merece, que Él se encargará de lo nuestro.

Amado Señor: Queremos alabarte y adorarte porque eres el Rey de reyes y Señor de señores. Porque fuera de Ti, no tenemos más a dónde ir. Porque sabemos que los planes que nos tienes son de bienestar, y así ahora no lo entendamos, tienes un fin específico para darnos a cada uno un futuro mejor y una bendita esperanza. Bendito Señor, hoy decidimos aceptar tu voluntad y nos volcamos confiados en que eres nuestro Socorro. ¡Aleluya! ¡Eres Grande Señor!

Un abrazo y bendiciones. 

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