Esperamos confiados en el Señor; él es nuestro socorro y nuestro escudo.
Salmo 33:20.
Lectura: Salmo
33:1-22. Versículo del día: Salmo 33:20
MEDITACIÓN DIARIA
Este Salmo comienza
así: “Canten al Señor con alegría, ustedes los justos; es propio de los
íntegros alabar al Señor. Alaben al Señor al son del arpa; entonen alabanzas
con el decacordio. Cántenle una canción nueva; toquen con destreza, y den voces
de alegría” (vv. 1-3). Y termina con la plena confianza en que el Señor
actuará, lo cual nos llenará de gozo. Es nuestro socorro y nuestro escudo (vv.
20-22).
“El Señor frustra los
planes de las naciones; desbarata los designios de los pueblos. Pero los planes
del Señor quedan firmes para siempre; los designios de su mente son eternos”
(vv 10-11). Los planes de las naciones fallan, al igual que fallan los nuestros
cuando no tenemos la mirada puesto en el autor y consumador de nuestra fe. Sin
embargo, cuando el Señor tiene un propósito en nosotros este se cumplirá porque
son designios firmes que perdurarán por siempre.
Analizando todo el
Salmo podemos concluir que Dios es grande y soberano; y aunque tengamos muchos tropiezos en nuestra vida cristiana, no
podemos enfrascarnos en los problemas. Dios quiere que ante todo sepamos reverenciarlo
y adorarlo como lo merece. Y bueno, hace mucho tiempo leí un libro que hablaba
de la alabanza a Dios y de cómo se manifestaba grandemente cuando en vez de
llenarlo con nuestras quejas y reclamos, nos damos a la tarea más bien de
exaltarlo y honrarlo por ser Él, quién es. Además de eso, es quien sabe
exactamente por dónde guiarnos y hacia dónde quiere que lleguemos. Sus planes
son firmes para siempre, y así demos miles de tumbos, su propósito se llevará a
cabo. Aprendamos primero a adorarlo como lo merece, que Él se encargará de lo
nuestro.
Amado Señor: Queremos
alabarte y adorarte porque eres el Rey de reyes y Señor de señores. Porque
fuera de Ti, no tenemos más a dónde ir. Porque sabemos que los planes que nos
tienes son de bienestar, y así ahora no lo entendamos, tienes un fin específico
para darnos a cada uno un futuro mejor y una bendita esperanza. Bendito Señor,
hoy decidimos aceptar tu voluntad y nos volcamos confiados en que eres nuestro
Socorro. ¡Aleluya! ¡Eres Grande Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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