jueves, 20 de octubre de 2016

Su bondad y amor producen regeneración y renovación

Pero cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia sino por su misericordia. Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo, el cual fue derramado abundantemente sobre nosotros por medio de Jesucristo nuestro Salvador. 
Tito 3:4-6.

Lectura: Tito 3: 1-15.  Versículos del día: Tito 3:4-6.

MEDITACIÓN DIARIA

Tal como lo dicen los versículos del día, nos sucedió cuando decidimos aceptar al Señor Jesucristo en nuestras vidas. Tenemos que entender que no éramos merecedores de su gracia, pero su bendita misericordia vino sobre nosotros. He ahí la gracia: el regalo, el don inmerecido al que no teníamos derecho de no haber sido por su amor incondicional.
Además dice: “Nos salvó mediante el lavamiento de la regeneración y de la renovación por el Espíritu Santo”. Así es: al convertirnos en nuevas creaciones se produce una regeneración total; lo viejo queda atrás, todo es completamente nuevo (2 Corintios 5:17). Nuestras ropas sucias rojas como la púrpura por el pecado, quedarán blancas como la lana (Isaías 1:18). Es el bendito Espíritu Santo quien se encargará de renovarnos día tras día. Por eso el Señor advirtió que no nos dejaría solos, nos mandaría un Consolador y Él es quien primero nos convence de pecado, para después empezar su obra regeneradora.
Yo te invito a que le rindas tu vida a Jesús y si ya lo has hecho; entonces ahora ríndete ante su Santo Espíritu y permite que vaya sacando lo que te está haciendo daño y vaya mostrándote la persona nueva que eres.  Deja que el Espíritu Santo te inunde; embriágate de Él; llénate de su fruto. Dale gracias por su obra regeneradora en tu vida y abrigar la esperanza de una vida eterna a su lado.

Amado Señor: muchas gracias porque desde el mismo momento en que nos rendimos a Ti empezaste a hacernos nuevas criaturas. La vida antigua pasó y con ella se quedaron todos los pecados que nos apartaban de tu presencia. Ahora queremos darte honor y gloria por ser nuestro Salvador y Redentor. Darte las gracias también por tener siempre a nuestro lado a tu Santo Espíritu quien día tras día nos enseña cómo vivir para agradarte y para exaltar tu Nombre. ¡Bendito eres Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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