Y el testimonio es éste: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios, no tiene la vida.
1 Juan 5:11-12.
Lectura: 1 Juan
5:1-21. Versículos del día: 1 Juan
5:11-12.
MEDITACIÓN DIARIA
Bien dice la Biblia que
es la Palabra de Dios: “El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al
Hijo de Dios, no tiene la vida”. Para mí, esto ha sido siempre muy claro,
porque ante todo digo que amo a Dios porque me dio a su Hijo para que pagara
por mí; pero ahora que estoy haciendo este devocional vienen a mi memoria otros
versículos que hablan del amor: “Si alguien afirma: Yo amo a Dios, pero odia a
su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto,
no puede amar a Dios, a quien no ha visto” (1 Juan 4:20). Y creo que esto nos
suele suceder; porque si no hemos perdonado es porque no amamos al prójimo. Quizá allá en el fondo, el Espíritu
Santo puede refutarnos y convencernos de ese pecado guardado. Quizá puede
existir alguna persona que más bien por tenerla lejos del pensamiento se cree
que la hemos perdonado, pero no es así. Quizá también podemos darnos cuenta,
que nos incomoda cuando se hace referencia a ella y entonces caemos en cuenta
de que algo en nosotros anda mal. No podemos pregonar perdón cuando no tenemos
verdadero amor. Entonces hay que actuar de inmediato: solo queda pedirle perdón
al Señor y como lo he dicho muchas veces, hay que tomar la decisión de
perdonar. Si nos es muy difícil, decirle sinceramente al Señor que nos ayude con esa
carga ya que en los propios medios no lo podemos hacer. Hay una palabra en la
lectura que reconforta y alivia al respecto: “Ésta es la confianza que tenemos
al acercarnos a Dios: que si pedimos conforme a su voluntad, él nos oye. Y si
sabemos que Dios oye todas nuestras oraciones, podemos estar seguros de que ya
tenemos lo que le hemos pedido” (vv. 14-15). Estoy segura que la voluntad de
Dios es que perdonemos; así que escuchará nuestra oración.
Si hay algo en tu
corazón que no ha sido sanado, recurre al que tiene sus brazos abiertos para
recibirnos y perdonarnos.
Amado Señor: Gracias
por mostrarme mis debilidades y defectos y mucho más por hacerme entender que
me falta mucho amor aun para perdonar. Hoy decido perdonar a aquellas personas
que me han causado heridas. Sé que sola no lo puedo hacer, pero Tú estás ahí
para darme esa dosis grande de amor que sobrepasa mi entendimiento y tener la
capacidad de hacerlo. Gracias porque dices que si confieso mis pecados, Tú me
perdonarás y además me limpiarás. ¡Gracias bendito Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario