Alabado sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda consolación, quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que con el mismo consuelo que de Dios hemos recibido, también nosotros podamos consolar a todos los que sufren.2 Corintios 1:3-4.
Lectura:
2 Corintios 1:1-11. Versículo del día: 2
Corintios 1:3-4.
MEDITACIÓN
DIARIA
A
lo largo de mi vida cristiana, he entendido muy bien este pasaje de la
Escritura: si no hemos sido consolados, no podemos consolar. En medio de las
aflicciones Dios está atento a darnos nuevas fuerzas y valor para enfrentar las
dificultades. Siendo sincera, antes no lo entendía. Era como: ‘yo pongo la
enfermedad pero doy el remedio’. Con el tiempo vine a comprender el propósito
de las aflicciones en la vida del cristiano. Son tantas y tantas por las que cruzamos que para mí es como
si hicieran parte integral de la persona.
Y
es que tiene que ser así. No veo otra manera de entender y disciplinarnos Dios
como buen Padre que es, si primero no dejamos atrás todo aquello que nos pesa y
que sin embargo, queremos seguir llevándolo a cuestas. Es bien cierto que Jesús
vino a darnos vida y vida abundante; pero es que esa vida abundante tiene un
propósito definido, y para lograrla, en mi parecer, primero tenemos que
visualizar y entender el propósito. Y sin disciplina el
propósito no se logra. Lo veo como una cadena: disciplina-propósito-vida plena.
No
sé hasta dónde cada quien haya encontrado ya el propósito de Dios en sus vidas;
personalmente, yo creo todavía no discernirlo. Solo tengo en mi mente aquellas
palabras: a quien más se le ama, más se le disciplina (Proverbios 3:12). ¡Bendita
disciplina!, sin ella no podríamos crecer, no aprenderíamos a consolar, no nos
sentiríamos amados y no encontraríamos el propósito.
Amado
Señor Jesús: Gracias por tu amor. Gracias porque fuiste Tú quien primero nos
diste el ejemplo de obediencia al Padre; y gracias porque tu dolor y aflicción
permitieron que el propósito de Dios Padre se cumpliera para perdón de nuestros
pecados y redención de la humanidad. Gracias también, por el propósito que
tienes con cada uno de los tuyos.
Un
abrazo y bendiciones.
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