Cuéntame, amor de mi vida, ¿dónde apacientas tus rebaños?, ¿dónde a la hora de la siesta los haces reposar? ¿Por qué he de andar vagando entre los rebaños de tus amigos?Cantares 1:7.
Lectura: Cantares 1:1-17. Versículo del día: Cantares 1:7.
MEDITACIÓN DIARIA
Cantar de los Cantares además
de expresar la relación matrimonial sublime entre un hombre y una mujer, es una
representación simbólica de Cristo con su Iglesia, y bajo ese parámetro es la
lectura del día.
Así como se expresa el amor
puro y poético en el matrimonio, se expresa el amor profundo de Cristo en su
relación íntima con su esposa, la Iglesia; la que se viste de lino fino y
resplandeciente para recibirlo. La que podía estar manchada, mancillada y
humillada pero que Él la ha enaltecido, levantándola para reivindicarla. “Él la
purificó, lavándola con agua mediante la palabra, para presentársela a sí mismo
como una iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni ninguna otra imperfección,
sino santa e intachable” (Efesios 5:26-27).
Ahora bien; su amada (la
Iglesia), le pregunta al Amado (Señor Jesucristo) “¿dónde apacientas tus
rebaños?, ¿dónde a la hora de la siesta los haces reposar? ¿Por qué he de andar
vagando entre los rebaños de tus amigos?” ¡Qué hermosura e inspiración! Hasta
dónde el amor verdadero de nosotros nos convence para preguntarle al Señor
dónde podemos hablarle cara a cara sin tapujos ni mentiras sino con un corazón
sincero, fluido de todo lo que nos ofrece. Él es la más dulce compañía. No necesitamos
refugiarnos en nadie más yendo de un lado para el otro porque Jesús lo abarca
todo. La pasión descrita hacia el Amado solo la podemos conseguir con su
Palabra. Queriendo obedecerle y añorando como novia enamorada buscar cualquier
momento para estar en intimidad con el amor de la vida. Solo me resta decir:
¡Dejémonos enamorar y cautivar por Jesús! El más puro y verdadero amor.
¡Me sedujiste, Señor, y yo me
dejé seducir! Me llevaste al desierto para hablarme con ternura y tu amor me
envolvió por completo. Por eso ahora con mi corazón ardiente te digo: ¡Esposo
mío, ven! ¡Qué hermoso eres! Quiero empaparme en el aroma tuyo y envolverme en
tus brazos para en Ti hallar el más dulce de los refugios. ¡Te amo mi Señor!
Solo contigo puede encontrar el deleite del néctar verdadero de la vida. ¡Te
amo mi Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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