lunes, 9 de noviembre de 2015

Tú habitas en medio de la alabanza




Moisés y Aarón se contaban entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaron su nombre. Invocaron al Señor, y él les respondió. 
Salmo 99:6.


Lectura: Salmo 99:1-9. Versículo del día: Salmo 99:6.

MEDITACIÓN DIARIA

El Salmista comienza  alabando al Señor y reconociendo su poderío y majestad: “El Señor es rey”; “Grande es el Señor” (vv. 1 y 2); “Exalten al Señor nuestro Dios; adórenlo ante el estrado de sus pies: ¡él es santo!” (v. 5). Después de esta exaltación, resalta que hombres como Moisés, Aarón y Samuel lo invocaron y el Señor les respondió. “Señor y Dios nuestro, tú les respondiste; fuiste para ellos un Dios perdonador, aun cuando castigaste sus rebeliones” (v. 8). Observemos que no por castigar nuestras rebeliones, se voltea y nos dice, como muchos creerán: ‘no te conozco’ o ‘estoy enfadado contigo y por lo tanto no te respondo’. ¡Gracias a Dios, Él es piadoso y compasivo! Tan grande es su amor, que echó nuestras transgresiones tan lejos, como lejos está el oriente del occidente (Salmo 103:11-12).
Resumiendo lo que quiero resaltar, es que en medio de la alabanza el Señor responde a nuestras aflicciones. Si hemos caído, podemos restablecer nuevamente nuestra relación con el Señor pidiendo perdón y empezar a alabarlo sinceramente. Así entiendo yo el Salmo porque sí de algo hay que estar seguros, es que Él habita entre las alabanzas de su pueblo. ¿Cómo no alabarle y adorarle cómo se merece? “Él es el motivo de tu alabanza; él es tu Dios, el que hizo en tu favor las grandes y maravillosas hazañas que tú mismo presenciaste” (Deuteronomio 10:21). ¡Hemos visto en tantas ocasiones su mano misericordiosa respondiendo a nuestras peticiones, que muy seguramente hoy seguirá haciéndolo contigo!

Amado Señor: Perdona las veces que nos hemos olvidado de Ti y ni siquiera te agradecemos por el nuevo día que nos das. Perdona tanta indiferencia de nuestra parte y humildemente venimos nuevamente para seguir andando a tu lado. Somos necios y a quién más iremos, ¡si solo Tú tienes palabras de vida eterna! Te alabamos, te adoramos y reconocemos que no somos nada, solamente barro en tus manos que cada día necesita más y más de tu presencia para moldearnos. ¡Estamos sedientos y ansiosos Señor! ¡Gracias por estar aquí en medio nuestro, Glorioso Señor! Eres Grande, Misericordioso, Poderoso y Majestuoso. ¡Bendito sea tu Nombre por siempre!

Un abrazo y bendiciones.

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