Moisés y Aarón se contaban entre sus sacerdotes, y Samuel, entre los que invocaron su nombre. Invocaron al Señor, y él les respondió.Salmo 99:6.
Lectura: Salmo 99:1-9.
Versículo del día: Salmo 99:6.
MEDITACIÓN DIARIA
El Salmista comienza alabando al Señor y reconociendo su poderío y majestad:
“El Señor es rey”; “Grande es el Señor” (vv. 1 y 2); “Exalten al Señor nuestro
Dios; adórenlo ante el estrado de sus pies: ¡él es santo!” (v. 5). Después de
esta exaltación, resalta que hombres como Moisés, Aarón y Samuel lo invocaron y
el Señor les respondió. “Señor y Dios nuestro, tú les respondiste; fuiste para
ellos un Dios perdonador, aun cuando castigaste sus rebeliones” (v. 8). Observemos
que no por castigar nuestras rebeliones, se voltea y nos dice, como muchos
creerán: ‘no te conozco’ o ‘estoy enfadado contigo y por lo tanto no te
respondo’. ¡Gracias a Dios, Él es piadoso y compasivo! Tan grande es su amor,
que echó nuestras transgresiones tan lejos, como lejos está el oriente del
occidente (Salmo 103:11-12).
Resumiendo lo que
quiero resaltar, es que en medio de la alabanza el Señor responde a nuestras
aflicciones. Si hemos caído, podemos restablecer nuevamente nuestra relación
con el Señor pidiendo perdón y empezar a alabarlo sinceramente. Así entiendo yo
el Salmo porque sí de algo hay que estar seguros, es que Él habita entre las
alabanzas de su pueblo. ¿Cómo no alabarle y adorarle cómo se merece? “Él es el
motivo de tu alabanza; él es tu Dios, el que hizo en tu favor las grandes y
maravillosas hazañas que tú mismo presenciaste” (Deuteronomio 10:21). ¡Hemos
visto en tantas ocasiones su mano misericordiosa respondiendo a nuestras
peticiones, que muy seguramente hoy seguirá haciéndolo contigo!
Amado Señor: Perdona
las veces que nos hemos olvidado de Ti y ni siquiera te agradecemos por el
nuevo día que nos das. Perdona tanta indiferencia de nuestra parte y
humildemente venimos nuevamente para seguir andando a tu lado. Somos necios y a
quién más iremos, ¡si solo Tú tienes palabras de vida eterna! Te alabamos, te
adoramos y reconocemos que no somos nada, solamente barro en tus manos que cada
día necesita más y más de tu presencia para moldearnos. ¡Estamos sedientos y
ansiosos Señor! ¡Gracias por estar aquí en medio nuestro, Glorioso Señor! Eres
Grande, Misericordioso, Poderoso y Majestuoso. ¡Bendito sea tu Nombre por
siempre!
Un abrazo y
bendiciones.
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