viernes, 27 de noviembre de 2015

Empecemos por controlar la lengua




Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón. 
Salmo 101:2b.


Lectura: Salmo 101:1-8.  Versículo del día: Salmo 101:2b.

MEDITACIÓN DIARIA

David nos muestra aquí en este Salmo que deseaba dar amor pero también ser justo (v.1). Igual anhelaba ser íntegro empezando por serlo en su propia casa. Para eso más adelante dice que no estará en sus metas nada perverso; se alejará de gente desleal y no admitirá la calumnia, los ojos altivos o el corazón soberbio. Quiere convivir solo con los de coducta intachable y bajo su techo no habitará el que practique el engaño ni el que hable con falsedad (vv. 3-7). Todo lo de letra cursiva tiene que ver con la lengua.
Cada uno de nosotros deberíamos buscar siempre la integridad. Seguramente en algunas cosas o áreas somos rectos, pero cuántas veces escuchamos hablar más de lo correcto o sobre determinada persona, y en vez de alejarnos de ahí o refutar lo dicho, seguimos la corriente y nos dejamos llevar por el chisme que en últimas se convierte casi siempre en calumnia. Considero que la lengua que se mueve tanto, es clave para que nos fijemos si en verdad estamos buscando ser íntegros en nuestra vida. El apóstol Santiago exhorta claramente sobre esto: “Todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta, capaz también de controlar todo su cuerpo” (Santiago 3:2).
Pidámosle al Señor sabiduría para hablar. Midamos las palabras y aprendamos sensatez y prudencia; recuerdo que un devocional de mi Biblia lo llama ‘poner a dieta las palabras’. Creo que tenemos que empezar por eso, si en verdad queremos ser íntegros.

Amado Señor: Sí hemos querido ser íntegros ante Ti, pero hoy venimos a pedirte perdón porque aún fallamos y a veces  hemos sido necios escuchando y aprobando a los falsos y a los habladores. Enséñanos Señor a alejarnos de toda conversación que no sea para dar fruto bueno y a la vez pon un freno en nuestra lengua que no nos deje avanzar en las habladurías. Gracias porque al aprender a controlar nuestras palabras, estamos aprendiendo a llegar a la integridad y de esa manera queremos honrarte. ¡Te alabamos y te bendecimos buen Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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