domingo, 15 de noviembre de 2015

Fe y obediencia para ver su gloria




Eliseo le ordenó: —Sal y pide a tus vecinos que te presten sus vasijas; consigue todas las que puedas. Luego entra en la casa con tus hijos y cierra la puerta. Echa aceite en todas las vasijas y, a medida que las llenes, ponlas aparte. 
2 Reyes 4:3-4.


Lectura del día: 2 Reyes 4:1-7.  Versículos del día: 2 Reyes 4:3-4.

MEDITACIÓN DIARIA

La mujer de la historia había quedado viuda y al morir su esposo estaban endeudados con un hombre al que si no le pagaba se llevaría a sus hijos como esclavos. Ella recurre al profeta Eliseo para que la ayude y el profeta le ordena pedir prestado a los vecinos vasijas a las que debería llenar con el único aceite que tenía. Los milagros siempre son asombrosos, pero considero que éste parece inaudito. La fe de la mujer debió ser muy grande para creer que con tan solo un poco de aceite que era lo que poseía, podría pagar su deuda y además de esto subsistir con sus hijos, como en realidad sucedió. Obedeció y el milagro se realizó (vv. 5-7).  
Pongámonos en el lugar de ella y respondamos sinceramente si hubiésemos hecho lo mismo en esa situación. Yo pienso que no; habríamos puesto cuantos peros encontrados: tal vez habríamos tildado a Eliseo de  loco, que era irrisible lo que pretendía, que no tenía vasijas suficientes, que los vecinos no le prestarían, que en dónde almacenaría entonces tantas vasijas, que haría el oso y se burlarían de ella, etc., etc. Seguro que buscaríamos todos los contras y muy posiblemente desecharíamos la orden.
Por todo lo que encierra en sí este grandioso milagro hecho por Dios a través de Eliseo es que es digno de tenerse en cuenta y aprender de la mujer. La fe que ella demuestra es una fe sencilla, sin tapujos, sin temores. Una fe genuina, resuelta, confiable, decidida,  valiente y por encima de todo obediente. Definitivamente la fe unida a la obediencia puede mucho.  Esperemos que nuestra fe crezca en esa medida.

Amado Señor: Te rogamos que aumentes nuestra fe de manera sencilla como la de esta viuda, para creer sin recelo alguno, que lo que Tú dices así será. Gracias porque para Ti no hay nada imposible y tu demuestras tu gloria y poder utilizando lo que quieras, con quien quieras y como quieras. ¡Gracias buen Señor!

Un abrazo y bendiciones.

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