La mano del Señor no es corta para salvar, ni es sordo su oído para oír. Son las iniquidades de stedes las que los separan de su Dios. Son estos pecados los que lo llevan a ocultar su rostro para no escuchar. Isaías 59: 1-2.
Lectura: Isaías
59:1-21. Versículos del día: Isaías 59:1-2.
MEDITACIÓN DIARIA
Así como el Señor se
dirigió a los de su pueblo a través del profeta Isaías, hoy se dirige no
solamente a los de su Iglesia, también a todos los hombres para que de una vez se
entienda que cuando pedimos algo, primero tenemos que mirar cómo está nuestro
corazón.
Observemos que nos
separa de Dios: manos manchadas de sangre; labios mentirosos; lengua murmuradora;
injusticia, malicia, perversidad; desconocedores de la paz (vv. 3-7). “Por eso el derecho está lejos de nosotros, y
la justicia queda fuera de nuestro alcance. Esperábamos luz, pero todo es
tinieblas; claridad, pero andamos en densa oscuridad” (v. 9). Pero gracias a
nuestro Padre que Él cumple lo que promete: “Desde el occidente temerán el
nombre del Señor, y desde el oriente respetarán su gloria. Porque vendrá como
un torrente caudaloso, impulsado por el soplo del Señor. El Redentor vendrá a
Sión; ¡vendrá a todos los de Jacob que se arrepientan de su rebeldía!” (vv.
19-20). El pecado nos separa de Dios. Y la verdad es que desde que Adán y Eva
desobedecieron y pecaron, la humanidad ha estado caída. Por eso Dios en su
infinita misericordia prometió desde ese tiempo un Salvador. La promesa se
cumplió y Jesús de Nazaret vino hace más de dos mil años, para redimirnos del
pecado que mora en cada uno de nosotros. Nadie puede decir que no ha pecado
porque entonces estaría invalidando la obra de Jesús en la cruz.
El mensaje encierra un
examen de conciencia para establecer y confesar los pecados, sea que digas o no
conocer al Redentor. Si en verdad deseas que el Señor extienda su mano para
ayudarte y su oído para oír tus plegarias, ya sabes cuál es el camino a seguir.
Amado Señor: Te pedimos
que a través de tu Santo Espíritu nos convenzas del pecado que mora en nosotros. Hoy los
confesamos ante Ti sabiendo que tu bendita sangre nos limpia de todos ellos y que
alejas nuestras rebeliones como está lejos el este del oeste. Muchas gracias
Señor por perdonarnos y limpiarnos. Queremos tener una relación directa contigo
y aprender a cumplir tu voluntad.
Un abrazo y
bendiciones.
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