viernes, 13 de noviembre de 2015

Aprendamos a adorar a nuestro Dios




Porque lo dice el excelso y sublime, el que vive para siempre, cuyo nombre es santo: Yo habito en un lugar santo y sublime, pero también con el contrito y humilde de espíritu, para reanimar el espíritu de los humildes y alentar el corazón de los quebrantados. 
Isaías 57:15.


Lectura: Isaías 57:1-15.  Versículo del día: Isaías 57:15.

MEDITACIÓN DIARIA





El Señor Santísimo vive para siempre y habita con el de corazón contrito y humillado. Es Él, quien reanima y da nuevas fuerzas para seguir adelante. Por lo menos en mi caso, si no hubiera sido porque el Señor me levantó, creo que nunca hubiera sido capaz de continuar. Pero el Señor nos lleva a situaciones donde no tenemos más a dónde mirar y si antes nos enorgullecíamos y ufanábamos de nuestra vida, Él nos pone el ‘tatequieto’, como decimos en Colombia, para que por fin lo reconozcamos por lo que es.  Muchos dirán que poco les interesa o que no creen pero, “¿Acaso no lo sabes? ¿Acaso no te has enterado? El Señor es el Dios eterno,  creador de los confines de la tierra” (Isaías 40:28). Lo triste es que muy seguramente de los tantos que poco se interesan por saber, se encontrarán los que aprenderán con golpes y así es más duro.
Bueno entonces como nosotros sí lo conocemos y sabemos quién es, adorémoslo como dice esa bella canción  referente al versículo del día: “A el alto y sublime que habita la eternidad y su nombre es el santo de Israel. Al que habita en las alturas y en la santidad. Sea la gloria, honor, alabanza y poder; al que reina por los siglos y su nombre santo es”. El Espíritu me ha motivado últimamente a estar en constante alabanza. Él es el único que la merece y nosotros somos los que como sus redimidos nos corresponde entonar himnos de gloria a nuestro Rey y Señor. Aprendamos a adorar a nuestro Dios.


Sí Amado Señor: Solamente Tú que habitas con el humilde y contrito de corazón, mereces toda la alabanza, la gloria y el honor. Eres tan Grande, tan Hermoso, tan Sublime, tan Alto que nos faltan palabras para expresar todo lo que encierras. Gracias por habitar en medio de tu pueblo sabiendo que el trono de tu gloria está en las alturas. ¡No merecemos tanto de Ti Señor!

Un abrazo y bendiciones. 

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