En cuanto José vio a sus hermanos, los reconoció; pero, fingiendo no conocerlos, les habló con rudeza: —¡Y ustedes!, ¿de dónde vienen? —Venimos de Canaán, para comprar alimento —contestaron.Génesis 42:7.
Lectura: Génesis
42:1-38. Versículo del día: Génesis
42:7.
MEDITACIÓN DIARIA
Intentemos imaginar qué
sintió José al ver a sus hermanos. José los reconoció inmediatamente pero ellos
a él, no. José se acordó de los sueños
que había tenido acerca de ellos y los trató de espías (vv. 8 y 9). Personalmente creo que no lo hizo por no
querer ayudarlos, sino por ver hasta donde llegaban. José investiga con sus preguntas capciosas y
sabe que su padre vive y que Benjamín se encuentra con su padre Jacob. Por lo
tanto los manda regresar por Benjamín, su hermano menor; debió ser desolador
para ellos que les hiciera tal petición, puesto que también sabían cuánto lo
amaba. Murmuran y creen que todo lo que
les está pasando es por su culpa y no haber tenido compasión del muchacho
cuando lo vendieron; dicen estar pagando el precio de su sangre (vv. 21-22).
Muy seguramente cuando José se dio a conocer, sus hermanos tuvieron que ver
cómo le contaban la verdad a Jacob sobre lo que en realidad habían hecho con su
hermano.
Aprendamos de esta
lectura que Dios no se queda con nada guardado. En el momento preciso, Él aboga
por los suyos y lo intentado tapar con
mentiras y farsas, algún día, saldrá a la luz. También es importante anotar la nobleza de
José y que en vez de recriminarles el hecho despiadado, los animó diciéndoles
que era obra de Dios para salvarlos de la hambruna desatada (Génesis 45:5). Todo estaba completamente sincronizado en los
planes de Dios y con José cumpliría su propósito. Nada se escapa de su voluntad,
porque todo está incluido en sus planes.
Para los padres igualmente,
es una lección para no tener preferencias por ninguno de los hijos; el
favoritismo causa celos y resentimientos en los relegados. La historia de José
es un bonito ejemplo de perdón y reconciliación.
José supo usar su poder
en bien de los demás. Su autoridad y poder
unido al discernimiento y sabiduría dadas por Dios, lo impulsó a no dejar morir
de hambre no solo a la nación de Egipto sino a los de sus alrededores. Todas
estas lecciones valdrían la pena tenerlas en cuenta para nuestra vida
cristiana.
Amado Dios: Enséñanos a
verte siempre en cualquiera que sea la circunstancia que estemos pasando ya que
nada se escapa de tus manos. Pon en nuestros corazones el perdón sincero hacia
los que nos han maltratado y ofendido y permite que de allí broten frutos de amor,
compasión y restauración completa para nuestras vidas. ¡Gracias buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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