Así está escrito en el libro del profeta Isaías: Voz de uno que grita en el desierto: Preparen el camino del Señor, háganle sendas derechas.Lucas 3:4.
Lectura: Lucas
3:1-20. Versículo del día: Lucas 3:4.
MEDITACIÓN
DIARIA
Juan el Bautista
se alimentaba con miel y langostas; busca el desierto y allí le llegó la
palabra de Dios. Predicaba el bautismo
de arrepentimiento para perdón de los pecados (vv. 2-3). “Produzcan frutos que
demuestren arrepentimiento” (v. 8), les decía; y muchos acudían para que él los
bautizara (v. 7). Se preguntaban si
sería este el Cristo (v. 15), para lo cual Juan les responde: que él los
bautiza en agua, pero que viene otro detrás, del cual ni siquiera es digno de
desatarle las correas de su sandalia, quien los bautizará con el Espíritu Santo
y con fuego (v. 16). Los exhortaba a
dejar el pecado y les anunciaba las buenas nuevas (v. 18). Iba regando la semilla, para que cuando el
Señor comenzara su ministerio ya la gente estuviese más dispuesta a
escucharle.
Tendríamos que
preguntarnos ¿Por qué eligió el desierto para predicar, dónde las condiciones
son tan inhóspitas para el hombre? Creo
que lo eligió porque allí en el desierto es donde estamos más propicios a
escuchar la voz de Dios; la misma situación nos vuelve sensibles. Muchos hemos
tenido que cruzar el desierto y de verdad que es sediento y árido. Lo importante
de estar en el desierto es porque la misma situación nos hace sensibles a
buscar a Dios y en verdad pensamos: o me cojo de Cristo para salir adelante o me dejo hundir completamente; y más dura
será la estadía.
Como cristianos,
nos compete también acompañar a los que sabemos que están en el desierto para
alentarlos y consolarlos. Nuestras propias experiencias pueden ser útiles para compartirlas,
y si son creyentes, ayudarles a afianzar su fe a pesar de las circunstancias; y
si no lo son, puede ser el trampolín que los lleve a los píes de Cristo. Hay
que regar la semilla con mayor razón en los desiertos, y aprender a consolar para después también ser
consolados.
Amado
Señor: Gracias porque en los desiertos hemos aprendido a crecer espiritualmente
y a ver tu grandeza y poder. Llévanos hasta las personas que están ahorita en
desiertos agrestes, y nosotros pasamos
inadvertidos e indiferentes por su lado.
Un abrazo y
bendiciones.
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