jueves, 20 de febrero de 2014

No somos nadie para juzgar




¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Hermano, déjame sacarte la astilla del ojo”, cuando tú mismo no te das cuenta de la viga en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás con claridad para sacar la astilla del ojo de tu hermano. 
Lucas 6:42.


Lectura: Lucas 6:37-42.  Versículo del día: Lucas 6:42.

MEDITACIÓN DIARIA

Somos muy dados a hablar de los demás y a juzgar a priori sin tener presente lo que dice el mismo Señor. No tenemos en cuenta que se nos manda lo siguiente: “No juzguen, y no se les juzgará. No condenen, y no se les condenará” (v. 37), con la misma medida que juzguemos y condenemos también seremos juzgados y condenados. En vez de juzgar, Dios nos llama es a practicar el perdón. 
Pero no; somos tardíos para perdonar, y sí estamos listos a criticar; a mirar los defectos en los demás sin darnos cuenta que tenemos los mismos u otros peores.  Propongámonos a callar más, a ser prudentes; a entender que hablando mucho herimos y de pronto a los que más queremos.  Entonces, no solamente estaríamos pecando sino que quizá perderíamos una buena amistad o relación.  Las palabras no las podemos medir y muchas veces  juzgamos solamente por apariencias, o porque los demás nos contaron (chisme y rumor),  sin ni siquiera darnos la oportunidad de tener nuestra propia opinión, conociendo en verdad a la persona de la cual se está denigrando.
¿Quién nos creemos que somos, que nos atribuimos el derecho de señalar sin motivo? No somos nadie para hacerlo. Pidámosle al Señor prudencia y misericordia: prudencia para no hablar lo que no nos corresponde y misericordia para ser compasivos con el prójimo. “El falto de juicio desprecia a su prójimo, pero el entendido refrena su lengua” (Proverbios 11:12).  

Amado Señor: Gracias Señor por instruirnos una vez más sobre las palabras que salen de nuestra boca. Enséñanos a ver nuestros defectos antes de hablar y juzgar a otros. Queremos aprender a medir las apreciaciones que tenemos de los demás y no caer en la tentación de enjuiciar, sin ni siquiera tener motivos para ello.

Un abrazo y bendiciones.

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